MELANI
Me despierto abrumada. He tenido una pesadilla con los yezhees, y me temo que esta no va a ser la última.
Estoy muy cansada. Sé que no he sido consciente de nada de lo que ha pasado desde la fiesta, pero aún así tengo recuerdos confusos. Me estiro y bostezo. Al bajarme de la cama, me encuentro con Copito tumbado en el suelo. Me mira con cara de sorpresa y frota su cabeza contra mi pierna. Lo acaricio y entro al baño. Después de ducharme y ponerme ropa limpia, me doy cuenta de que hay una nota encima de la mesa.
- Te espero en la Sala de los Mapas a las 8. Will. - me quedo sorprendida. Miro el reloj y veo que son las 7 y media. No tengo ni idea de cómo se llega a ese lugar, así que decido salir con tiempo para no darle plantón a Will. Salgo de la habitación, e intento llegar a un lugar dónde pueda conseguir indicaciones. Comienzo a andar perdidamente por los pasillos, hasta que llego a una gran sala donde convergen varios corredores. Hay un gran cartel donde indica la dirección para llegar a la biblioteca y entrar a los despachos, pero nada sobre una habitación de los mapas. Sigo caminando perdidamente. Esta sede parece un laberinto. Llego a una sala enorme con escaleras en todas las direcciones. El techo está hecho de cristal, y la luz del amanecer se refleja en el impoluto suelo de mármol. Es raro, porque según Ámbar, la sede estaba bajo tierra, pero después de haber visto lo que he visto, tengo claro que en el mundo mágico cualquier cosa es posible. Me acerco al centro de la sala, donde hay un gran mostrador. Empiezo a buscar entre los papeles de los cajones, hasta que encuentro lo que parece ser un mapa de la sede. Menos mal.
Empiezo a buscar: Sala de los Mapas, Sala de los Mapas, Sala de los... Mapas. Aquí está. Pone que se encuentra en el último piso ala este, al lado de la sala de los D.D.M.M (distritos mágicos). Con el mapa entre manos, subo corriendo las escaleras de la derecha. Al llegar arriba, veo otro gran cartel, solo que esta vez si que indica la dirección de la sala. Ando rápido por donde me indican las direcciones hasta me encuentro con una puerta imponentemente grande ante mí. Tiene que ser esta.
Empujo la puerta, que no se abre fácilmente, y entro. Me quedo maravillada. Es un salón muy amplio, pero acogedor. Las estanterías de libros cubren casi toda la sala, aunque no queda ningún trozo libre de pared, porque está llena de mapas y de retratos colgados. Hay montones de mesas perfectamente colocadas en fila, y curiosamente, todas ellas con libros abiertos encima, como si todo el mundo tuviese que haberse ido corriendo, sin margen alguno para recoger. El techo es muy alto, lo que hace que retumbe toda la sala cuando cierro la puerta. Miro hacia los lados, esperando ver a Will. Entonces distingo una figura al final de la sala.
- Podrías haber escogido un lugar más facilito de localizar, ¿no crees?- le pregunto.
-Sí, pero si no hubiese perdido toda la gracia. Pero mírate, aquí estás. - me contesta haciéndose el listillo. - De todas maneras, este no es el lugar que te quiero enseñar. - dice creando expectación. Me sonríe.
- No sabía que tu poder era el de ser guía turística. - digo mientras empezamos a andar.
- Yo tampoco, pero de algo habrá que ganarse la vida, ¿no? -
Seguimos andando, hasta que llegamos a la entrada de un túnel con el techo muy bajo.
- Dame la mano, cierra los ojos y no los abras hasta que te lo diga, ¿vale? - me ordena Will. Me tiende la mano y se la doy. Hago lo que me pide, y cierro los ojos. Andamos un minuto o así, hasta que noto que la humedad del aire ha cambiado, siendo más fresca y húmeda. Se escuchan pájaros, y el ruido del viento moviendo las hojas.
- Puedes abrirlos. - dice Will soltándome la mano. Al abrir los ojos, me encuentro con un paisaje conmovedor. Estamos en una pasarela de madera en medio de un inmenso lago de aguas cristalinas. Rodeando el lago, hay un bosque espeso y frondoso con árboles altos y gruesos. Detrás del bosque, una cordillera imponentemente grande se alza, con los picos nevados. Aunque sean las ocho de la mañana, aquí está atardeciendo, y el cielo tiene una gama de colores rosados. Las nubes, que parecen haber sido pintadas por un artista, tienen un color grisáceo, como si una tormenta se avecinase. Me quedo un rato contemplando el paisaje. Nunca había visto algo tan asombroso.

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Ámbar y Melani
FantasyÁmbar y Melani son mejores amigas desde que nacieron. Un día, descubren que tienen poderes mágicos, y son enviadas a Viliendir, una de las escuelas más poderosas del mundo mágico. Allí, descubren que su amistad no es tan simple como pensaban y se en...