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ÁMBAR

Veo las luces de la base a lo lejos. 

Ya hemos llegado. 

Avivo la llama de mi mano. Es totalmente de noche, y no me haría gracia que pensasen que somos enemigos y nos pegasen un tiro. 

Comenzamos a andar más deprisa. Conforme nos vamos acercando, logro distinguir la figura de Amelia. 

- ¡AMELIA! ¡ESTAMOS AQUÍ! SOY ÁMBAR. - empiezo a gritar. Ya no me importa que me escuchen. Estamos a salvo. 

Amelia, que estaba apilando cajas, se gira de golpe y apunta con el rifle. Sin ser consciente de ello, hago amago de apuntar de vuelta con mi rifle. Al instante me arrepiento. Solo ha sido un reflejo. 

- SOMOS NOSOTRAS. ÁMBAR Y MELANI. - grito intentando que reconozcan mi voz. 

Al instante, Amelia baja el rifle y empieza a dar órdenes a las demás personas que no logro entender. 

Seguimos andando. Me gustaría correr, pero ni Melani ni yo podemos. Amelia se acerca corriendo desde la otra punta del campo. 

- Ámbar, Melani, dónde estabais? - dice cogiéndonos suavemente alternativamente la cara con las manos a ambas. 

- Es una historia muy larga. Pero ahora tengo que ir a ver a Tyler. Quedaros con Melani, tiene un corte con muy mala pinta en la pierna. - 

- Corre Ámbar, y haz lo que tienes que hacer. - dice Melani guiñándome un ojo. No puedo evitar esbozar una sonrisa. 

- En cuánto acabe me voy contigo. - digo de verdad preocupada. Tiene el rostro pálido y la herida tiene una pinta horrible, pero aún así sigue sonriendo. 

- No te preocupes. Corre pava. - dice dándome un leve empujón hacia la sede. Sonrío de nuevo y empiezo a correr. 

No me hace gracia dejarme a Melani sola, pero tengo que hacer algo muy urgente. 

Corro lo más rápido que puedo. Entro a la sede y tuerzo a la derecha. 

Sin tiempo ni siquiera de reaccionar, me choco contra alguien. Levanto la cabeza abrumada. Es Jack. Abre mucho los ojos.

- ¿Ámbar?- pregunta. Sonrío y asiento.

Y entonces me abraza. Me quedo en shock un momento, pero le devuelvo el abrazo.

- Pensábamos que no volveríais.- murmura.

- Pues hemos vuelto.- respondo separándome.- Jack ¿Dónde está Tyler? ¿Está bien?- pregunto.

Una mueca de decepción cruza su rostro. Aprieto los labios.

- No sé donde está.- hace una pausa.- Y no, no está bien.- responde en voz más baja.

Aparto la mirada y suelto el aire de mis pulmones de golpe.

- ¿Y tienes idea de don...?-

- No, no tengo ni idea de donde puede estar. Me voy a ver que tal está Will.- dice rodeándome y andando por donde he venido yo.

Sacudo la cabeza y retomo el paso. Ahora voy a andar por si acaso me estampo contra alguien más. Ando por varios pasillos. Llego al de las habitaciones. Empiezo a abrir puertas una por una. A patadas. 

Cuando le pego a la quinta o sexta puerta por lo menos, la muy cabrona no se mueve.

- ¡Joder!- digo en voz baja dándome la vuelta. Que daño en verdad. - Auch.-

Miro la puerta con odio. Intento abrirla, pero es cómo si hubiese algo al otro lado que no la deja moverse.

Me apoyo en la puerta e intento abrirla con todo mi peso.

Y justo en ese momento, alguien la abre, pero no suavemente, no, con todas sus fuerzas.

Me caigo hacia adelante. Ese alguien que ha abierto la puerta me coge.

Levanto la cabeza enfurruñada.

Me encuentro con los ojos azul profundo de Tyler mirándome con sorpresa. Ha estado llorando, mucho. Los tiene rojos y llenos de lágrimas. Se ha quedado en shock. Yo recupero el equilibrio. Subo una mano y le acaricio la mejilla.

- Tyler...- murmuro. Cierra los ojos. Le limpio las lágrimas con ambas manos. Vuelve a abrirlos.

Me rodea con sus brazos y me da un abrazo tan bruscamente que hace que trastabille un poco. Esconde la cabeza en el hueco de mi cuello y se derrumba. Empieza a llorar amargamente estrechándome entre sus brazos con más fuerza, como si tuviera miedo de que desaparezca de un momento a otro. Yo le rodeo la espalda con un brazo y con la otra mano le acaricio los rizos castaños.

- Tyler, estoy aquí, ya ha pasado.- le digo intentando tranquilizarlo. Solo lo empeoro. Llora con más fuerza. Suspiro. A este paso voy a llorar yo también.- Ya está, ya está.- susurro. Llego a la conclusión de que lo mejor es dejar que se desahogue.

Cierro los ojos con fuerza sin dejar de acariciarle el pelo. Apoyo la frente en su hombro. Me permito llorar en silencio, oyendo los sollozos de un Tyler roto.

Poco a poco se va tranquilizando. Ya respira con normalidad. Ya no llora con tanta violencia como hace unos minutos. No me separo de él, ni él de mí. Nos quedamos así abrazados, sin decirnos nada, a pesar de que hay muchas cosas que decir.

- Lo siento.- murmura con voz ronca y casi inaudiblemente. Niego con la cabeza levemente.- Lo siento.- repite con la voz rota.

- Tú no tienes la culpa de nada.- respondo en voz baja. Me estrecha con más fuerza lo que hace que el moratón que tengo me duela. Hago una mueca. No se da cuenta. Mejor así.

- Sí que tengo la culpa. Joder, te quiero, y...- hace una pausa. Vuelvo a acariciarle el pelo.- Y sólo has sufrido por mi culpa. Sólo te hago daño. Estarías mejor sin mí, pero soy tan jodidamente egoísta que no te puedo dejar ir.- eso me acaba de dejar de piedra.- Porque te necesito, te quiero.- termina en un susurro.

Ámbar y MelaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora