Hanami: El Diario De Un Guardia

Cuarenta y Siete

El Juicio ha terminado.

Y tantas cosas han salido mal que no sé por donde empezar.

Han exiliado a Izuku y lo han declarado enemigo del Imperio. No solo por los testigos que lo vieron sobre el cuerpo ensangrentado y por el hecho de que huyera de la escena. En la investigación sobre nuestro viaje se demostró que había preguntando en varias ocasiones por los Asesinos Negros. Un hecho que no ayudó a su reputación. Que volviera tras una larga ausencia sin relacionarse con nadie de la corte –además de la evidente antipatía que tenía en contra del Segundo Príncipe– tan solo fueron las últimas pruebas para su condena. Todo ello pese a que Eraser ha intentado defenderlo..

También han lanzado una orden de busca y captura para Eijirou. Lo acusan de haber conspirado con Izuku, hay guardias que le impidieron la entrada cuando intentó ingresar al palacio sin un salvo conducto poco antes del incendio. Creen que intentaba asesinar al Emperador.

En un intento por aclarar el extraño comportamiento de Izuku y por explicar la razón de nuestro viaje, Eraser ha tenido que contarle al Emperador la verdad del envenamiento del Tercer Príncipe. Y, como era de esperarse, el Emperador no ha estado feliz de oírlo.

Me han interrogado durante horas sobre el asunto, repitiendo preguntas en formas distintas. Cuestionando cada una de mis decisiones. No puedo negar que cometí un error al no acudir con Eraser cuando supe del veneno. Recuerdo haberlo pensado, pero el terror en la voz del Príncipe me lo impidió. Tampoco quería disgustarlo, no cuando empezaba a cambiar y ese cambio parecía tan frágil. Puse al Príncipe en peligro, lo sé, y de eso me arrepiento pero no me arrepiento de haber elegido obedecer sus ordenes por encima de todo. Por ello merezco los azotes. Es mi castigo por haber arriesgado la vida del Príncipe, por haber sido descuidado al viajar con un extraño, por desatender mis obligaciones con el Clan. Es un castigo acorde a mis fallas, y no me importa.

Lo que me importa es la amenaza de que me retiren de mi guardia. Es una idea que me resulta intolerable.

Mi lealtad está con el Príncipe –así lo he decidido– y por él tomaré los azotes necesarios para quedarme a su lado. Después de todo no sería la primera vez. Ahora que lo pienso ha pasado tiempo desde la última vez que el mayordomo Mizushima me azotara por orden del Príncipe, incluso podría decir que eso ocurrió en otra vida...

(¿Fue así?)

No importa.

Lo que haya sido ya no es