Treinta y Tres

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El Príncipe lo es todo.

Mi maestro ha tenido razón en regañarme, he actuado como un necio al deprimirme por las decisiones del Príncipe. Mi deber es obedecerlo y servirlo sin excusa alguna; mis emociones no tienen espacio aquí. He fallado y como tal mi castigo es quedarme atrás, si el Príncipe lo ha decidido, debo acatar sus órdenes. No hay honor en suplicar por una segunda oportunidad, debo ganármela.

La benevolencia del Príncipe, su generosidad y dulzura, me han hecho olvidar una verdad universal: Su voluntad está por encima de mis deseos. No debo engañarme en creer que su cortesía es algo más.

Mi maestro tiene razón, mi obligación es proteger al Príncipe y para ello debo encontrar al envenenador. Si Toka es la responsable debo traerla aquí para enfrentar la justicia, y si no lo es debo encontrar las pruebas de su inocencia. Entre Izuku y yo hemos recreado los últimos pasos de la mujer después de salir de casa: Abandonó la casa, cruzó la entrada y recorrió a pie el puente Este, y poco después de llegar al pueblo desapareció.

Lo primero que hemos hecho ha sido tratar de encontrar al mensajero para confirmar que la misiva provenía de su hermana, pero de todos los mensajeros que entraron a la Ciudad en ese día ninguno recuerda haber visitado la casa del Príncipe. Al interrogar a Mizushima y a Saya sobre la misiva, ambos aseguran no haber oído llegar al mensajero ni haberlo visto, lo único que saben es que Toka apareció con la misiva en la mano asegurando haberla recibido.

Izuku asegura que ninguno de los mensajeros miente, lo que indica que la misiva en realidad fue enviada por alguien dentro de la Ciudad. Si Toka es culpable entonces la carta podrían haber sido instrucciones de su jefe, tal vez una alerta para ordenarle desaparecer. Si es inocente es probable que la carta fuera una trampa para alejarla de ahí. Imposible saberlo sin conocer el contenido de esta.

Así que hemos decidido ir tras el rastro de la familia de Toka y confirmar con ellos su historia. Viajare a pie pues no pretendo alertar a nadie, y mientras yo voy al sur Izuku irá al norte para verse con uno de sus amigos, alguien que pueda ayudarle a descubrir más sobre el veneno que deja un rastro rojo. Hemos acordado en reunirnos en el lugar donde el doctor Yakumo fue emboscado, nuestra intención es inspeccionar los alrededores y tal vez averiguar más sobre lo sucedido ahí.

Pero antes de irme he de ver al Príncipe... aun si él no lo quiere.


Hanami: El Diario De Un GuardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora