Hanami: El Diario De Un Guardia

Treinta y Uno

El Príncipe no está

Escribo esto sentado en mi habitación mientras las sombras se extienden por los rincones. Los únicos que quedamos aquí son Saya, Mizushima y yo, aunque en mi caso solo he venido a recoger mis cosas antes de trasladarme a las barracas de los soldados. La casa se ha quedado vacía, más vacía que nunca ahora que el Príncipe se ha marchado al palacio.

Ha sido una decisión inesperada, o al menos así me lo ha parecido, pues tras despertar y descubrir que la sirvienta Toka seguía sin volver, el Príncipe me ha enviado a buscar a Eraser para notificarle la desaparición. He querido negarme pues la idea de dejarlo solo me resultaba insoportable, pero la palabra del Príncipe es absoluta y he terminado obedeciendo. Al volver ni el Príncipe ni sus hermanos estaban en la casa, solo las sirvientas que habían terminado de preparar sus baúles y habían comenzado a trasladarlos. He buscado al Príncipe por toda la casa intentando averiguar la razón del traslado; al no encontrarlo el miedo ha sacudido mi corazón.

Corrí hasta las barracas en busca de mi maestro con el corazón en un puño y en el camino me encontré con el Príncipe acompañado de Eraser. El alivio que he sentido al verlo sano y salvo ha sido absurdo, pero el consuelo me ha durado poco al entender que el traslado del Príncipe no me incluía; mientras viajábamos hacia el palacio, el Príncipe me ha ordenado quedarme en las barracas con mi maestro, y cuando he intentado protestar ha sido Eraser quien ha reafirmado la orden. Atrapado entre ambos me ha sido imposible desobedecer.

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Me he quedado en la entrada, junto a mi maestro, viendo al Príncipe entrar en el palacio sin mí.

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Nunca me hubiera imaginado la desolación que sentiría al verlo desaparecer.