Once

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El Príncipe me ha dejado entrar a su despacho.

Suena como algo insignificante pero no lo es. ¿Significa esto que ya confía en mí? Incluso me ha pedido mi opinión mientras recorremos los cuartos vacíos y polvorientos. Hay algunos que se han mantenido cerrados durante muchísimo tiempo y la capa de polvo que los llena es impresionante.

Hemos hecho limpieza en la biblioteca. Y cuando digo hemos me refiero a que el Príncipe también ha participado, las sirvientas no han dejado de mirarse mientras trabajaban pues el Príncipe se ha sentado a limpiar los libros de los estantes con una actitud tan desenfadada que ha resultado imposible de ignorar.

Ni siquiera ha dejado que ellas las devuelvan a su lugar, y durante los siguientes días ha tomado la costumbre de pasar las tardes ahí leyendo. He descubierto que si me quedo de pie el Príncipe tiene que alzar el rostro y girarlo para mirarme mientras me hace alguna pregunta, por alguna razón me habla como a otra persona y no como a su guardia, así que me he dado a la tarea de sentarme cerca, donde no deba hacer esfuerzo para mirarme. Eso parece alegrarlo porque me sonríe.

No me he olvidado del envenenador. Tras varias pruebas he conseguido determinar que la sopa está en efecto alterada, por desgracia he tenido que probarla con varias aves pues no estoy entrenado en la identificación de venenos potenciales.

Sé que los ingredientes que se usan en su preparación están libres de contaminantes, lo sé porque he visto a la cocinera probarla. Yo también lo he hecho y no me ha pasado nada. Sin embargo tras añadirle la mezcla enviada por el Médico Imperial la sopa se convierte en un artículo peligroso pues fue esa la que mato a las aves. Así que no me cabe duda de que el veneno proviene del brebaje enviado desde el Palacio.

Este descubrimiento libera de sospecha a las sirvientas, no obstante mantendré mi vigilancia sobre la despensa pues aún es factible que el evenenador consiguiera comprar la lealtad de alguna de ellas para asegurarse de que el veneno es administrado correctamente.

Mi mayor preocupación ahora es intentar averiguar quién tiene acceso a la medicina preparada por el Médico Imperial. Tendré que recurrir a mi maestro para investigar, y aun si no puedo contarle toda la verdad a causa de las ordenes del Príncipe, sé que él me ayudará.

Y mientras tanto sigo observando.

Hanami: El Diario De Un GuardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora