Diecisiete

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El Príncipe me ha llamado por mi nombre.

Un nombre al que renuncie cuando llegue a esta casa. Un nombre que ya no debería existir. No lo ha sabido por mí, ese es el único consuelo que me queda, pero en lugar de olvidarlo, el Príncipe me ha preguntado si lo prefiero a mi Nombre de Guardia. Y es aquí donde he fallado porque cuando el Príncipe me ha preguntado si está mal que me llame Shinsou, mi respuesta ha sido no.

Quiero creer que mi juicio en ese momento se ha visto empañado por los eventos de ese día y es que el Príncipe finalmente me ha dado mi token. Después de cinco años he recibido por fin un broche como símbolo de mi estatus el cual me reconoce al servicio de su casa. Había creído que este día nunca llegaría, pero el Príncipe ha vuelto a demostrarnos que las cosas han cambiado. En su generosidad ha repartido regalos y benevolencias a todos sus sirvientes y ellos también le han ofrecido detalles.

Yo le he dado el cascabel que compré para él. Su reacción no ha sido la que esperaba pues el Príncipe se ha soltado a llorar. Me he disculpado de inmediato creyendo que mi regalo ha sido la causa de su disgusto, pero él me ha demostrado una vez más que no me guarda rencor y pese a las lágrimas me ha sonreído.

Su sonrisa... no existen palabras suficientes para describir su sonrisa y si lo intentara estaría destrozando la belleza del recuerdo. Tampoco necesito describir el momento porque este vivirá conmigo por el resto de mi vida y aun si el sol se alza junto a él, su resplandor palidecería en comparación. Pero me ha bastado verla para entender algo muy simple: No importa si esta es la persona que escogió el nombre de Fantasma porque lo que haya sido ya no es.

LO QUE HAYA SIDO YA NO ES.

Así que he repetido mi juramento. Se lo he ofrecido a él, que lo merece sin duda y que solo me ha mostrado bondad. Su respuesta ha sido inesperada, como siempre, me ha prohibido morirme -una petición extraordinaria-, me ha dicho que buscará a alguien que esté dispuesto a sobrevivir a todo, alguien que se quede a su lado para siempre.

La idea de que la Sombra del Príncipe no sea este sirviente me ha resultado intolerable. He querido decirle que suya es mi lealtad y que sin importar lo que sea estaré a su lado pero mi boca se ha limitado a repetir lo que él me dijera antes: Lo que haya sido ya no es. Una promesa y un secreto. Una oración tan simple que encierra un cambio asombroso.

Mientras él se alejaba, con el sonido del cascabel tintineando ante cada uno de sus pasos, mi resolución fue absoluta. Por él seré Fantasma y esta vez el nombre no me hará daño. Para él serán mi lealtad y mi honor. Toda mi devoción. Y si me ordena no morir he de cumplirlo pues he jurado protegerlo. 

Hanami: El Diario De Un GuardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora