Treinta y Siete

1K 229 302
                                    



Extraño mi rutina.

Tal vez no fuera demasiado llamativa o excesivamente interesante, pero era mía y me había acostumbrado tanto a ella que no dejo de sentir extrañeza ante el cambio.

La rutina que tenemos ahora es bastante simple: Despertar, desayunar lo que haya en nuestras provisiones, viajar, cazar la comida durante el viaje, comer, seguir viajando, instalar el campamento, cenar y dormir. Claro que la rutina se ve interrumpida cuando conseguimos encontrar alguna posada que tenga camas disponibles. Entonces la rutina de Izuku es sentarse a beber con los trovadores del lugar para oír sus historias.

Siempre encuentra alguna moneda para compartir con ellos y agradecerles por su música, son monedas que se gana gracias a las piezas de caza que conseguimos capturar durante nuestra travesía. Es tanto su encanto que los músicos suelen sentarse con él aún después de terminar su acto. He visto a mujeres inclinarse junto a su oído, sonriendo con la dulzura de quienes anhelan algo, las he visto acompañarlo a su habitación y despedirlo a la mañana siguiente. Una noche incluso lo he visto aceptar los favores de un bardo.

"¿Te sorprende?" me pregunto a la mañana siguiente mientras viajábamos.

Yo me encogí de hombros y le dije que no. En las barracas de los soldados había visto a mis compañeros mayores colarse en las habitaciones privadas de otros oficiales, no era un tema que espantara a nadie y tampoco algo que resultara curioso.

"¿Y lo has probado?"

La respuesta era, por supuesto, no, porque dado mi puesto como Guardia Sombra había pasado muchos años fingiendo ser una pared. Y en las ocasiones que mi cuerpo me había pedido alivio inmediato me había bastado trabajar solo para calmarlo. Se lo he explicado a Izuku de la manera más simple, haciendo énfasis en el hecho de que no lo necesito.

Mis excusas lo han hecho sonreír.

"¿Y no quieres que te enseñe?" dijo ofreciéndome una sonrisa.

Mi respuesta ha sido mirar al frente con las orejas calientes, algo que lo ha hecho reír. Sé que como Guardia de la familia Imperial en mi vida no habrá esposa ni descendencia, mi deber y mi lealtad lo serán todo. Lo acepté y he hecho las paces con esa idea, así se lo he dicho a Izuku en una de las muchas ocasiones en las que el tema ha salido. Su respuesta ha sido otra sorpresa.

"No establecerse con una familia e hijos es una perspectiva que muchos guerreros escogen. No es anormal, pero lo que yo te pregunto es si también has renunciado al placer y al afecto. A sostener a alguien entre tus brazos y hundirte en la delicia de ser uno por completo"

No supe que contestar a eso y él no insistió, pero cada vez que rechazo a las mujeres que se acercan para ofrecerme compañía Izuku me sonríe. Un gesto que me hace pensar en lo que ha dicho.

Conozco el placer, un momento efímero que te relaja y en ocasiones te permite dormir. Es fácil obtenerlo y solo necesitas tus manos y en ocasiones un poco de aceite. No tiene nada de sorprendente; también conozco el placer de hacer sonreír al Príncipe, o de verlo feliz. Y la idea de sostener a alguien tampoco es inusual. He cargado al Príncipe, lo he sujetado contra mí y-

Pero son dos cosas distintas. El placer de sujetar al Príncipe no es el placer del que habla Izuku, no me atrevería a pensar en ese placer para referirme al Príncipe, sería completa y absolutamente inapropiado. De la misma forma que es completamente inapropiado pensar-

Y no es como si hubiera renunciado al afecto, es parte de mi trabajo. Me preocupo por el Príncipe, por su salud y su seguridad, debo mantenerme atento a sus necesidades y deseos. Llegará el momento en que el Príncipe se case y entonces será él quien cuide de su esposa o será su esposo quién cuide de él. Ellos lo harán feliz, lo harán sonreír, le darán placer-

No es apropiado escribir de esto.

En resumen, no he renunciado al afecto o al placer... aunque tal vez el placer al que se refiera Izuku y el placer que yo he conocido no sean exactamente iguales, pero no pueden ser muy diferentes. ¿Cuántos tipos de placer pueden existir?

No pueden ser más que las sonrisas que tiene el Príncipe.

Tal vez solo tenga que probarlo. Una vez para olvidarme de esto.


[...]


Hanami: El Diario De Un GuardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora