Quince

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El Príncipe es único.

Ha conseguido ganarse el corazón de las mujeres que asisten a sus reuniones de té y que parecen encantadas con visitarlo. Se ha ganado la adoración de sus sirvientes que disfrutan del cambio. Se ha ganado el respeto de mis compañeros que encuentran su cortesía encantadora. Y lo más importante es que ha conseguido ganarse la estima de mi maestro.

Sé muy bien que Eraser suele mantenerse al margen de las actividades de la corte y que no hace amistad con nadie, pero el Príncipe se ha colado en su vida sin esfuerzo. Y es que el Príncipe parece tener una habilidad especial para conversar. Siempre te mira a la cara como si escucharte fuera lo más importante del mundo, nunca te interrumpe y tiene la costumbre de hacer un comentario gracioso en los momentos más inesperados. A mi maestro ha conseguido hacerlo sonreír. Una proeza que pocos pueden presumir de lograr.

El anhelo que el Príncipe muestra por el mundo que está más allá del palacio ha sido una constante en su vida. Recuerdo que le gustaba hablar de todos los lugares que le gustaría visitar, ciudades y pueblos llamativos o populares, pero... pero ahora es diferente. Ahora muestra un curiosidad inagotable no solo porque las ciudades más bonitas sino por todo lo que existe allá afuera. Y como mi maestro es la clase de persona que le gusta enseñar, el Príncipe ha conseguido ganarse su aprecio sin aparente esfuerzo.

Pese a todo el tiempo que ha transcurrido sigo sin poder creer que esto vaya durar. Hay días en los que contengo el aliento hasta que entro en la alcoba del Príncipe y él me sonríe. Entonces sé que no ha cambiado, que ha no ha vuelto a ser... él.

¿Puede una persona cambiar tanto? ¿Puede su enfermedad haber alterado sus memorias y su personalidad de forma tan drástica? La duda no me abandona. A veces creo que debería preguntarselo, creo que es mi deber saber la verdad... pero la idea me aterra.

¿Y si al pronunciar mis sospechas en voz alta todo esto desaparece?. 

No lo sé. Por ahora debo pensar en qué hacer pues el año nuevo se aproxima y he escuchado a las sirvientas murmurar. Ellas desean comprarle un obsequio al Príncipe, y eso me ha hecho pensar en que a mi también me gustaría darle uno. Tal vez ese sea el momento en que finalmente pueda hacer la pregunta que no quiero hacer. 

Hanami: El Diario De Un GuardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora