Cap: 22 Es porque es lindo. (Sin corregir)

1.3K 193 18
                                    


POV Jimin:

Podía sentir el frío contra mis acolchonadas y peludas paras. La nieve se metía entre mis uñas al igual que las pocas ranitas que se han desprendido de los árboles y la hierba debido a la temporada de invierno. El aire fresco se filtraba por las fosas nasales de mi gran y negra nariz, la cual de vez en vez tenía que humectar con mi lengua para mantener mi temperatura estable. Mis ojos eran como flechas que se clavaban en cada cosa que se moviera, llamando mi atención y provocando que mi instinto animal despierte y todos mi sentidos se agudicen, agachando mis orejas sintiendo mis muslos flexionarse, llevando mi pecho al suelo y andando de esa manera unos cuantos metros, quedándome en silencio y sintiendo cómo mi boca se humedece al percibir la escencia de un pequeño y escurridizo animal.

Me asomo solo un poco, para corroborar su posición. Se encuentra detrás de un árbol, acicalándose, muy ajeno a que, desafortunadamente, será sacrificado en nombre y favor de toda nuestra manada, cumpliendo con la cadena alimenticia natural. Termino de bajar mis caderas, para descender mi altura hasta medio metro, agachando mis orejas y cerrando el hocico para producir el menor sonido posible.

Estaba listo, lo había hecho antes, cuando las condiciones lo eran necesarios, aunque solo había cazado pequeñas ardillas y uno que otro pájaro. Pero nunca a un conejo, incluso podía decir que me daba un poco de pena por el pequeño e ignorante animal, que comúnmente se cataloga como mascota, más mirándolo con su pelaje esponjoso y blanco, casi camuflándose con la nieve, moviendo su pequeña nariz de arriba a abajo al mismo tiempo que se peina con sus diminutas patitas, agitando el rabo y hurgando entre el suelo. Sí, bueno, si continuaba viéndolo terminaría arrepintiéndome, y mucho peor sería si continuaba llegando a mi mente la imagen de un Jungkook tan adorable que me parecía justamente igual al pequeño animalito que yacía enfrente de mí.

Pero no podía tener compasión ahora mismo, no cuando teníamos tantas necesidades económicas, las cuales amenazaban con asesinarnos de hambre. Por lo que, sacudiendo metafóricamente mi cabeza, logré despejar la mente y enfocar nuevamente al conejo, amasando la nieve bajo mis patas y preparándome para saltar en el momento justo en el que estuviera más distraído, si eso era posible. Hasta que se dió vuelta, pasando sus dientes por su pelaje y quedando tan expuesto que no dudé ni un segundo más en impulsar mis patas traseras y elevarme en un rápido salto, al mismo tiempo que abría mis fauces y caía en picada hacia él, cerrando los ojos por inercia y sintiendo su peluda y suave piel entre mis dientes, desgarrándola y apretando sus huesos, amenazando con hacerlo explotar, mientras el pobre se sacudía y chillaba.

Mi mandíbula tembló, con nervios e indecisión, conmoviéndome por el desdichado y vacila do con bajar la cabeza y dejarlo escapar, pero sabía que era muy tarde, ya estaba desangrándose y si lo soltaba solo alargaría su sufrimiento. Por lo que, sintiendo remordimiento, apreté por última vez mis músculos, escuchando el trueno de su tórax, avisando que le había roto los huesos, asfixiándolo, dejando que, por consecuencia, sus músculos se tensen y dejen de moverse. Ya estaba muerto.

Inhalé, calmándome y sintiendo paz, al por fin pasar aquella prueba mental. Abrí por fin la boca, dejando caer el pequeño e inerte cuerpo, el cual yacía manchado con sangre, la cual invadía su pelaje al igual que el mío, ya que también se resbalaba por mis dientes, juntándose con mi saliva y cayendo a la nueve en pesadas y cálidas gotas rojas. No podía evitarlo, sabía bien y mi instinto animal me motivó a pasar mi lengua por mis dientes, lamiendo toda la sangre y pequeños trozos de carne que se había quedado entre las ranuras, saboreando lo exquisito que resultaba, muy a mi pesar, la carne de conejo.

De esa forma me dispuse a repetir mis acciones un par de veces más, al mismo tiempo que, a la distancia, podía oír los ladridos o movimientos acelerados que creaban los demás integrantes de la manada, incluso me había dado tiempo para observarlos en acción, dándome gratas escenas que, en su mayoría resultaban divertidas. Como la de Taehyung, quien únicamente se limitaba a pasar de un lado a otro olfatendo los troncos y aprovechando para orinar en cualquiera que le llamara la atención, sin preocuparse por su alimento, seguramente fiándose al tonto acuerdo que él mismo hizo, en el cual Namjoon hyung y yo debíamos compartir los alimentos con él, en caso de que no logrará atrapar nada. Claro que ninguno de los dos lo tomamos en serio, ya que las reglas habían sido claras, debíamos actuar individualmente solo por esta ocasión.

°°La Manada°° [Kookmin] [Namjin] [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora