Cap: 37 No estamos enojados? (Sin corregir)

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— Mgh... - entre sueños, cubierto por mi sábana y estando en medio de la colchoneta, en el suelo, oí vagamente un diminuto quejido. - Ha... - y, a estos parecían agregársele pequeños jadeos, como si alguien estuviera sufriendo alguna especia de dolor, removiéndose, haciendo que, justamente en mi espalda, lo sienta pegarse a mí, aunque no en su totalidad, solo lo suficiente como para provocar que, por inercia, yo termine siendo empujado un poco hacia la orilla.

— Mh... - me quejé, porque, de verdad estaba cansado, había pasado todo el día en ir y venir de un cuarto a otro tratando de encontrar la mayoría de mis cosas que, gracias a los demás miembros, se encontraban desperdigadas por el departamento.

Yo no era una persona que pusiera demasiado empeño en el orden, ni nada por el estilo, pero, sí que al principio me molestaba un poco el hecho de tener que compartir mis pertenencias con alguien más, por lo que, siempre, aunque no me gustara del todo, me fijaba muy bien en el sitio donde colocaba mi ropa, libretas, mochila y hasta desodorante, ya que, de esa forma me aseguraba que, solo yo y nadie más los tocaría, manteniéndose encerrados en mi habitación, de dónde jamás saldrían, a menos que fuera para ser deshechados o lavados. Ahora podía reconocer lo egoísta que era antes, sosteniendo firmemente que:

"Lo tuyo es mío, y lo mío es mío."

Una frase bastante fácil de comprender pero que, dejaba a la luz el mocoso impertinente y cabrón que podía llegar a ser si me encontraba con que, alguno de mis hyungs, había tomado una prenda de ropa o que tuviera casi grabado mi nombre. En esos momentos me volvía casi paranoico, porque, de verdad detestaba ser consciente de que, mis boxers habían sido usados por otra persona que no era yo, o, porque sentía que mis sábanas adquirirían un aroma distinto al que poseía por naturaleza, convirtiéndome en un pequeño monstruito lleno de reclamos y una cara larga y molesta. Los demás lo sabían, por supuesto. Mis tres hyungs mayores eran más que conscientes de lo mal que me ponía compartir mis cosas, aunque, claramente no llegaba nunca al extremo, debido a que, si bien era capaz de ser hasta insoportable cuando eran cosas mínimas y sin mucha importancia, también comprendía si se trataba de alguna necesidad real y de última hora, tragándome el sabor amargo que me dejaba reprimir la tentación de hacer alguna rabieta. Sin embargo, todo eso, así como el resto de mi vida, se había visto interrumpido y modificado desde el instante en el que, aquellos dos jóvenes un par de años mayores que yo, decidieron poner un pie en el departamento, ingresando, de la misma forma, a mi corazón, pasando como si se encontraran en su propia casa, capaces de cambiar todo lo que quisieran, sin darme un minuto para pensar si era lo que yo quería.

Taehyung hyung era un chico agradable, divertido y algo extraño al principio, pero, al final resultaba muy fácil de comprenderlo, sobre todo gracias a su buen humor y gentileza que poseía, tratando a cada quien con respeto, tacto y un poco de paciencia, haciéndose a un lado cuando se lo pedían amablemente y evitando tocar lo que no era suyo la mayor parte del tiempo. Quizás, ahora que lo veo tres años después, puedo identificar el hecho por el cual él fue con el primero que empaticé cuando recién llegaron. Él no hacía nada fuera de lo común para mí, no invadía mucho mi espacio personal, ni buscaba insistentemente entablar una buena relación conmigo, solo dejaba que todo fluyera con naturalidad y a su debido tiempo. Para mí, tenerlo cerca era sencillo y cómodo porque era como estar al lado de Hobi o Namjoon hyungs, totalmente común y fácil. No me ponía nervioso ni extraño y, eso fue algo que, solo ocurrió cuando una presencia, pequeña pero imposible de ignorar, se coló por mi habitación sin permiso ni vergüenza a pesar de que yo me encontraba semidesnudo el día después de que los conociéramos, tomando de manera osada mi ropa.

Sí, Park Jimin había llegado a sacudir por completo mi mundo y, era tan inseguro en ese entonces, tan inmaduro y joven que, la única forma en la que lograba sentirme a salvo era ignorándolo, evitando hablar con él o pasar tiempo a su lado, huyéndole como un crío y contestándo agresivamente a sus insistentes intentos por demostrarme su cariño. Él era una especie de persona con la cual yo nunca me había topado, tan amoroso y mimado que, no podía pasar un día sin repartir o recibir ningún abrazo por parte de alguno de nosostros, haciendo pucheros en sus berrinches e inflando ese par de mejillas regordetas y adorables que antes era tan ciego como para no admirar como se lo merecen. Jamás nadie se acercó a mí con una mirada penetrante, sensual, seductora y traviesa como las que él solía darme, poniéndome la piel de gallina y causando que muchos escalofríos e ideas se aparezcan en mi mente, haciendo que mi vista se enfoque extrañamente en sus labios carnosos y rosas que, en la mayoría del tiempo, formaban una sonrisa coqueta y altanera. Era una masita adorable, pequeña pero con mucho carácter, andante de aquí por allá en el departamento, siguiéndome como si no se cansara de mi rechazo y perdonándome en cada una de mis estupideces.

°°La Manada°° [Kookmin] [Namjin] [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora