Capítulo setenta y tres.

65 13 0
                                    

Louis siempre sorprendía a Harry, con cosas pequeñas, quizás una mañana donde le preparó el desayuno (no mucho, pero acomodó todo para él y lo esperó con la pequeña mesita puesta) o cuando le lee cortos párrafos de los libros que le gustan, a medida que lo hace, porque siempre los marca, a sus libros, Louis ama dejar su huella en ellos, los destruye con su alma de la mejor manera. A veces, también, elige música que cree que va a gustarle, o simplemente cuando le comenta que ese día se ve bien, aunque Harry no lo crea. (normalmente no lo hace, aunque Louis es bastante bueno con las palabras, así que se encuentra ruborizándose levemente bajo ellas en poco tiempo)

Sin embargo, esa noche Louis se superó a él mismo.

"No corras" le pide Harry, ojos azules chipoteando de diversión, de juventud hacia él.

"Harry, la noche esta lindísima"

"Te creo, pero si corro un metro más voy a descompensar"

Eso borra la sonrisa de Louis, y se acerca rápidamente para entrelazar sus manos y esperar a que se calme, latidos desacelerando con la presión de sus manos unidas.

"¿Bien?"

"Si, exagerado. Solo necesitaba un segundo"

"Perdona por preocuparme, entonces"

Harry tira de su mano, salen hacia el patio del hospital donde el frío no tarda en golpearlos, de forma agradable y que los hace sentir más vivos. No suelen salir, así que la-ya no familiar-sensación es aceptada con júbilo.

"¿Qué vamos a hacer?"

"Mirar el cielo, Harold" chasquea la lengua, como si fuese obvio.

De acuerdo, entonces, Harry ama el cielo de infinitas formas. Él cree que es magnífico, y el ser humano no le da la consideración que merece. Le gusta buscar formas en las nubes y armar constelaciones con las estrellas, le entristece haber perdido el hábito.

Todo está en silencio, a excepción del ocasional roce entre hojas de los árboles, o ciertos grillitos a lo lejos que no llegan a ser molestos. Se sienten en paz, por primera vez en mucho tiempo.

"Él pasto está frío" susurra Louis, y Harry casi olvida que de encuentra con él (casi porque nunca podría olvidar tal cosa) "¿No importa?

"Es por el rocío, no importa"

Se sienta, tocando suavemente las puntas recortadas del pasto, con la intención de arrancar alguno, pero con el saber que no puede hacerlo, además de que es algo que no le enorgullece hacer, no importa cuán divertido parezca.

Louis lo sigue y se sienta con él, inhalando y llenando sus pulmones del increíble olor a su alrededor, la combinación de aromas que llenan sus fosas nasales dulcemente, casi sintiendo el calor agradable de la sensación en el pecho, burbujeando de felicidad. Él también era un perspicaz amante de la naturaleza.

Tener cáncer apesta, es malditamente agobiante. Sin embargo, en momentos así, de repente no tiene importancia, o la pierde, y recuperas motivación quizás perdida en la ultima semana.

"Vamos, acuéstate, Lou"

Ahora era Louis el que tenía que seguirlo, que lo hizo, con gusto de que Harry estuviera tan feliz con la simple idea de acostarse a mirar el cielo. Le hacía ilusión, si puede ser sincero.

"Está llenísimo de estrellas" jadea, los ojos de Louis observan como sus pupilas se ensanchan y una sonrisa comienza a acariciar sus comisuras con delicadeza, lindos hoyuelos hundiéndose en sus mejillas apenas ruborizadas y acariciadas por la fina brisa otoñal.

Lienzos  {l.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora