Lienzos {l.s}

Capítulo sesenta y seis.

Louis no se sentía bien ese día para realizar cualquier cosa. No quería hablar con Harry, no quería siquiera dejar de darle la espalda. Parecía que de repente todo lo que tenia que ver con él, eran opciones opacas, que no llamaban su atención.

Y el más joven no podía no creer que algo había de malo en él.

Harry era sensible, últimamente muchísimo más. Era un pequeño manojo con nervios expuestos, no podía tapar muchos sus sentimientos.

Entonces, los dibujaba. Esa era su forma de hacerlo, de dejarse llevar. Los pinceles se movían incluso con más fuerza cuando las lágrimas le picaban los ojos, los trazos eran más agresivos cuando las manos le temblaban suavemente. Odiaba sentir tanto, su alma era tan perceptible que dolia, y siempre quiso ser un poco más...indiferente con respecto a las emociones.

Pero cuando era pequeño aprendió a canalizarlas a través del arte, y su cuerpo encontró una manera saludable de hacerlo, por eso era tan difícil para él dejar pasar un dolor que claramente estaba picándole el espíritu.

Tardó todo un día en aquel dibujo, fue lo suficientemente afortunado para que eso haya tomado la mayor parte de su atención mientras podía sentir el rechazo de Louis, y no dejó de preguntarse si hizo algo en el pelotero que lo molestó, o que lo incomodó de alguna manera. De nuevo, él era una persona expresiva, pero quizás eso no siempre era bueno para las personas a su al rededor.

Sin embargo, pese a la cantidad de emociones que su dibujo tenía entre colores y trazos, no conseguía parecer suficiente. No le gustaba, no si tenía que ser sincero.

Su madre lo amó, por supuesto, le acarició la mejilla pálida y le pidió por favor que terminase su plato, y Harry lo intentó, pero no pudo. Su madre se conformó, sin embargo, cuando comió una fruta. Así que ella estaba feliz de que su hijo pudiese retomar su talento de buena forma.

Sin embargo, Louis no lo miró. Intentó un poco mostrárselo, pero él no lo miró.

Harry no entiende.