Capítulo cincuenta y tres.

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Anne aprieta a Harry en sus brazos, gruesas y saladas lágrimas mojando sus mejillas pálidas, el rostro de Harry oculto en su cuello, callado y tratando de brindarle a su madre consuelo.

No debería ser así, piensa Anne, se supone que ella debe consolar a su hijo, ella es quién tiene que tragarse las lágrimas y apoyarle la mano en el hombro, no al revés. Las cosas se caen a pedazos de nuevo y no cree que sea tan fuerte como para poder sostenerlo todo de nuevo.

Pero su Harry es fuerte, eso sabe con certeza.

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