CAPÍTULO 20

156 24 17
                                    

¡Qué mala suerte! ¡La zorra está aquí también!

Cloe me observa, como si estuviera pensando eliminarme, y luego, sus ojos se pasean por los brazos de Abraham que me rodean cálidamente. No puedo evitar mostrarme mezquina, después de la vil jugarreta que me jugó hace no mucho tiempo.

Le lanzo una amplia sonrisa, que significa sin ninguna duda: "Me quiere a mí"

- Abraham, ¿Puedo hacerte una pregunta indiscreta? - suelto sin más mirándolo de reojo.

- Te escucho. - sonríe.

- ¿Le has explicado a Cloe lo que sentías por ella? - arqueo una ceja y miro de reojo a Cloe.

Sigue mi mirada con sorpresa, y luego inclina la cabeza para mirarme frente a frente. Pone cara seria, igual que lo es mi pregunta.

- A decir verdad, no. Nunca he pensado que fuera necesario, antes de que tú llegaras, no había mostrado interés hacia mí. - se encoge de hombros.

- O no le habías prestado atención hasta ahora.

Asiente sombríamente, y aprieta mis dedos más fuerte entre los suyos.
- No tienes nada que temer, cariño. Solo somos amigos. ¿Vale?

Asiento con la cabeza, preguntándome qué pensará Cloe. No me parece que ella lo entienda así. Pero dejo que Abraham arregle o no esté tema. No es asunto mío.

- Vas a tener que confiar en mí, ______. ¿Crees que podrás? - murmura cerca de mi oído, provocándome escalofríos.

- De momento, te concedo el beneficio de la duda. - sonrió un poco y lo miro sobre mi hombro.

- Me parece bien... de momento. Pero haré todo lo que pueda para ganar tu confianza. - me da un beso en la mejilla, que seguramente responde enrojeciendo. Después, me deja para organizar el desfile de ropa.

No estoy sola mucho tiempo, rodeada por una horda de surfistas de los dos sexos, pero mi mirada sigue los movimientos de Abraham. Se pone manos a la obra, es agradable descubrir otra faceta de su personalidad. Parece concentrado a fondo en su trabajo, en su pasión. Da órdenes, se ocupa de los modelos que deben desfilar, hombres y mujeres.

Casi me da un ataque de apoplejía cuando lo veo al lado de una de las señoritas. Ella lleva un bañador diminuto, en su perfecta silueta junto a la de Abraham. ¡Tan perfecta!

Estoy celosa, Abraham se acerca a ella y le habla durante unos minutos. Mi corazón da un vuelco, mi estómago está tenso y mi bajo vientre está como retorcido. Los celos son un veneno horrible. Esta emoción funciona por instinto. Así que intento razonar: ¡Abraham está trabajando! Nada más. No está jugando, ni ligando.

De pronto, Owen se pone a mi lado, con los brazos cruzados sobre su torso. Mira la gente que se amontona alrededor del escenario.

- ¿No tienes trabajo? - suelto sin más mirando a Owen, arqueo una ceja.

- Estoy haciendo un descanso. ¿Te molesta? - no me mira, solo suelta un suspiro.

- No, haz lo que quieras, pero no te sientas obligado a hacer un descanso a mi lado. - me encojo de hombros y miro hacia enfrente donde esta Abraham.

- No consigo decidir si me caes bien o lo contrario. - emplea un tono socarrón.

- ¿Por qué? Nadie te pide nada. - me cruzo de brazos.

- Puede que sea eso lo que tú crees.

Un tanto sorprendida, vuelvo los ojos hacia él y cruzo sus dos iris avellana, que de pronto parece risueños. Señala con el mentón en dirección a Abraham, y me dirige una sonrisa burlona.

Ángel Mío | Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora