GRAN MARATÓN 4/10
Abraham se queda en silencio un largo momento y yo dejo de hablar, muy afectada por mis recuerdos. Luego, suavemente, su pulgar empieza a dibujar círculos en mi piel, a lo largo de mi costado.
- Ese tío es un cerdo, un estúpido. - se acerca a mí, mientras mi corazón salta en mi pecho. Su mano se posa tiernamente sobre mí nuca. - No sabe lo que se ha perdido, y yo me alegro de haberte ganado. Eres una mujer maravillosa, cariño. Eres MI cariño, sencillamente.
- Sabes cómo hablar a las mujeres, ¿eh? - sonrío acariciando su mentón con la yema de mis dedos.
- No, soy maldito. Solo sé hablarte a ti. - sonríe, sus labios juegan sobre los míos durante un momento, y luego, Abraham se aparta un poco de mí y me mira atentamente. - ¿Y tus padres?
- Intentaron llamarme en varias ocasiones, no sé si algún día podré hablarles de nuevo. Solo de pensarlo, me siento llena de ira, tengo la sensación de que me abandonaron en beneficio de sus amigos. No quiero oír sus excusas o peor, que me pidan que vaya a honrar su sórdido pacto. ¡No pienso casarme con un tipo que confunde a mis amigas con una boca de metro en las horas punta!
Abraham parece dudar entre reírse o enfadarse, pasa la mano por mi cabello.
- ¿Por qué no me sorprende? - arqueo una ceja mirándolo fijamente con una sonrisa socarrona entre los labios.
- ¡Práctico la ironía con estilo! - suelta una risita.
- ¡Idiota!
Nos echamos a reír y Abraham coge mi muslo y lo pone encima del suyo. Se acerca a más a mi, no hay nadie mejor que subirme la moral en unos pocos minutos.
- ¿Sabes qué, cariño? - su rostro cambia a uno tierno, sus ojos tienen ese brillo peculiar que solo está cuando me mira.
- No, pero vas a decírmelo... Aunque viendo tu cara, no se si me va a gustar.
Muestra una gran sonrisa y deja un beso en mi nariz.
- Te invito a casa de mis padres aguantamos la cena y luego nos encerramos en mi antigua habitación, hasta por la mañana. A cambio, llamas a tus padres para saber qué querrían que hicieras, ahora.
- No sé si estoy preparada para enfrentarme a ellos, y menos aún, para perdonarles. Además, ¿Quieren ellos que les perdone?...
- Eso no lo sabrás hasta que hayas hablado con ellos, puede que, precisamente, sea el momento...
- Odio cuando tienes razón.
- Lo sé, lo sé. Venga, cariño, nos tomamos un fin de semana en casa de mis viejos y nos revolcamos en el lujo durante 24 horas. - me guiña un ojo sonriendo, le de vuelvo su sonrisa y asiento con la cabeza.
- Vale, mi vida, acepto.
Acaricia mi mejilla y acerca su rostro al mío dejando sus labios a unos centímetros de los míos y murmura sobre estos.
- Antes, cojo un anticipo. No pienso dejar que salgas de esta cama en las próximas horas.
- ¿No has tenido suficiente? - murmuro sobre sus labios con un tono de voz algo coqueto mientras miro sus ojos que empiezan a tornarse un poco más oscuros por el deseo.
- Contigo, nunca, y tengo que honrar mi segundo puesto. Te recuerdo qué soy el segundo tío que pasa por tu cama, tengo mucho tiempo que recuperar y debo mostrarte además que soy el mejor.
Me echo a reír y, atrapándolo por su cabello, pego mis labios a los suyos. Entre dos besos, murmuro:
- Ya eres el mejor, siempre lo has sido, desde el principio. Sé que voy a dar muestra de curiosidad ridícula, pero... ¿Y tú?
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Ángel Mío | Abraham Mateo
Fiksi PenggemarElla ha estado viviendo en la ciudad de Nueva York durante varios meses trabajando en uno de los pisos de un edificio enorme rascacielos de cristal con vistas a Manhattan. Su vida siempre ha ido muy bien, tiene un trabajo estable, sus amigos son lea...