CAPÍTULO 56

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GRAN MARATÓN 8/10

Miro su tatuaje, el ángel negro impreso en su piel, y luego, lentamente, levantó los ojos hacia él. Me observa sin relajar la mandíbula. Sabe que lo he entendido, pero parece querer analizarme, examinar mi reacción.

Con su mano en mi cabello, y su cuerpo contra el mío, forzamos uno solo. Sin embargo, una fuerza invisible, parece querer separarnos uno del otro. Sus pupilas me queman la piel, pasa la lengua por sus labios como si estuviera nervioso. Luego sus ojos descienden hasta mi boca.

Debería hacer caso a la razón, rechazarlo y tener por fin esa conversación más que necesaria. Pero, con esa mirada ardiente, me derrito.

Como si respondiera a mi deseo mudo, su boca roza suavemente la mía. Su lengua recorre el contorno y mi aliento se bloquea. Me veo obligada a forzar mis cuerdas vocales para que puedan dejarme pronunciar las palabras:

- Abraham... tienes que hablarme.... Todo esto me está asustando.

Y con su boca en la mía, y sus brazos alrededor de mi cuerpo, como si no quisiera que me escapara, me responde:

- No debes tener miedo. Te amo, cariño, eres para mí lo mismo que yo soy para ti. No tienes por qué preocuparte.

Mi corazón tiembla dolorosamente. No sé si debo saltar de alegría o seguir asustándome. Su voz rebosa incertidumbre y pena.

- Por favor, cuéntamelo. Me come por dentro no saberlo...

Coge con su mano el óvalo de mi rostro y me mantiene cerca de sus labios con los ojos clavados en los míos.

- No te enfades, ¿Vale? - muerde su labio inferior algo incómodo y avergonzado.

- No sé de qué va esto, así que no puedo prometerte nada.

- Al menos, inténtalo. Dame una oportunidad.

- No me tranquilizas mucho, Abraham.

- Lo siento, cariño. Hago lo que puedo. - se lame los labios con un gesto nervioso, inspira y se lanza, como si se dispusiera a correr un maratón. - Yo... estuve enamorado antes.

¡Vale.... siento que no me va a gustar nada, pero nada, lo que me va a decir!

- Conocí a Ava en el instituto cuando tenía 15 años, en seguida, nos enamoramos. Era la hija de un rico promotor inmóvil. Así que, no hace falta que te diga que igual que tú con tu ex, era perfecta para mi familia. Era brillante, encantadora, divertida. Mi madre la adoraba, mi padre también, algo increíble. ¿Verdad? - asiento con la cabeza.- Evidentemente, empecé a chocar con mi padre por culpa de nuestras diferencias de opinión, pero a mis padres, Ava les caía muy bien. Me adapté a la situación, se fue a la facultad y luego, entró a trabajar con mi padre, como asistente en prácticas. Era muy inteligente, mi padre no dejaba de elogiarla.

Empieza a invadirme un doloroso frío. Los dedos de Abraham, posados alrededor de mi cara, se ponen a temblar, igual que su voz. Siento una repentina angustia dentro de mí. Adivino en sus ojos que la desgracia se acerca, y que el dolor lo invade todo.

- Sigue... -murmuro.

Asiente con la cabeza, y humedece de nuevo sus labios.

- No me gustaba nada que trabajará con mi padre. Yo, cada vez tomaba más partido en su contra, en contra de su empresa, y empecé a trabajar para Safeplanet. Estábamos en las antípodas uno del otro. Ella, quería actuar desde dentro, yo no.

- Pero, ¿Pensaba igual que tú? ¿Quería mejorar el mundo?

- Si, es lo que quería, pero no de la misma forma. Ella pensaba que podía hacer cambiar de opinión a hombres como mi padre, no entendía que eso era imposible. Los hombres como él solo piensan en el dinero y en el poder, no en la deforestación o en la mierda que nos hacen comer.

Ángel Mío | Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora