CAPÍTULO 11

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Las llamas de la hoguera crean sombras en el rostro de Abraham. Sus pupilas se iluminan de naranja o café según el movimiento del viento.

Esta sentado a mi lado, al otro lado del fuego, la mirada de Cloe me recuerda a un enterrador que busca sepultarme bajo la arena. Es muy tarde, los ferries han terminado su trayecto pero Abraham me ha asegurado que Owen nos llevaría a casa.

Ha intentado reconfortarme, después de haber visto mi cara de enfado frente a las mentiras de Cloe. Prefiero pasar desapercibida, no quiero arruinar la vida de Abraham. Cloe es amiga suya, lo sé, pero si me provoca, tendrá lo que se merece.

Uno de los amigos de Abraham, otro surfista, toca la guitarra. La música pone ritmo a la noche, que está un poco fresca, pero no me quejo. Abraham está a mi lado, casi me gustaría que el sol no saliera nunca solo para disfrutar aún un poco más de su presencia.

- ¿Tienes frío, cariño? - murmura mirándome con atención.

- ¿Mis labios están azules?

Me sonríe, inclinando la cabeza hacia mi rostro. Dirige su mirada a mi boca, y yo siento el deseo de posarla en la suya, de descubrir su sabor y su suavidad.

- Aún no. - responde sonriendome.

Abraham está en camiseta, se vuelve a hacia Owen y le dice:

- Oye, pásame tu jersey, si no vamos a tener al hombre de hielo en no mucho tiempo.

Owen se quita su jersey beige sin resignación y se lo lanza a Abraham.

- Toma, _____. - extiende el jersey hacia a mí.

Levanto los ojos hacia Owen, me observa en silencio, aparentemente lo habitual en él, le sonrió.

- Te lo agradezco.

- Tranquila, no hay problema, me encanta ayudar a las damiselas en apuros - responde Owen encogiéndose de hombros con una sonrisa burlona en los labios.

Deslizo mis dedos sobre los de Abraham para coger el Jersey, me lo pongo y, sin haberlo buscado, respiro el perfume almizclado de Owen.

No es el de Abraham, he tenido la ocasión de respirar el olor de su piel todo el día, porque su cuerpo estaba constantemente cerca del mío. Preferiría sentirlo de nuevo.

El calor del jersey me sienta bien pero lo aprovecho para acercarme a Abraham. Mi hombro roza el suyo, me dirige una sonrisa encantadora.
Desde el otro lado de la hoguera, Cloe me fulmina con la mirada.

No consigo contenerme y le envió un gesto desagradable. Después de todo, ella ha empezado con las hostilidades. Actuó como un animal marcando su territorio, aunque Abraham no me pertenece.

Abraham inclina la cabeza hacia mí y murmura a mi oído, para cubrir el ruido de la música.

- Bueno, cariño, ¿Cuál es el balance del día?

- No le ha faltado originalidad - murmuro y sonrio mirándolo.

- ¿Querrás repetirlo..?

¿En tus brazos? ¡Por su puesto!

- ¿Quieres convertirte en mi profe personal? - sonrió.

- ¿Por qué  no? Conozco otros trabajos peores que enseñar surf a una chica bonita, si te parece bien, podemos volver a hacerlo. - me guiña un ojo mientras me saca la lengua.

Enrojezco como un tomate.
- Claro que me parece bien, pero a cambio...

Arquea una ceja con curiosidad y clava sus bonitos ojos avellana en los míos.

Ángel Mío | Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora