GRAN MARATÓN 1/10
¡Esto me pone en una situación delicada! Abraham podría enfadarse conmigo. Pero ¿Qué otra cosa puedo hacer?
- Sé que mi petición la pone en una situación delicada, pero no necesito mucho tiempo. La invito a tomar un café, sigame, por favor..
¡Ah, no tengo elección! Bueno, veamos qué pasa...
Quiera o no, tendré que ir detrás de él.
El padre de Abraham pasa las puertas giratorias y camina por la acera con una despreocupación mezclada con severidad que hace que la gente se aparte a su paso. Yo camino a su lado, con las manos cada vez más sudorosas. No sé qué hago aquí, me siento incómoda y tengo la impresión de traicionar a Abraham.
El padre de Abraham empuja la puerta de un bar a unos treinta metros de mi trabajo y me invita a entrar. Me siento en una mesa, tan rigida como un palo, mientras que él se siente enfrente de mí.
- No esté tan nerviosa...
- ¡Esto va ser duro! ¡Aparte de que su hijo se va enfadar conmigo, todo va bien!
- Puede decirle a Abraham que la he secuestrado, si eso le hace sentirse mejor.
Sin darme tiempo para responder, pide un café para cada uno sin preguntarme si no preferiría algo más fuerte.
Su padre está acostumbrado al poder, todo, en su postura y su manera de mirar a los demás, le confiere un aspecto autoritario y arrogante. Aunque físicamente Abraham tiene rasgos en común con su padre, lo que desprende es completamente diferente.
Prefiero claramente la naturalidad y la espontaneidad de Abraham. Cuando huelo su piel, noto la libertad, el océano, los espacios abiertos. Eso es lo que me gusta de él.
Nos quedamos en silencio, esperando que lleguen los cafés. Retuerzo los dedos sobre la mesa, mientras que su padre me examina sin cortarse ni un pelo. No estoy segura de que lo que tiene ante sus ojos le guste mucho. Mi situación financiera no debe ser la bastante buena para él, supongo.
- ¿Por qué estamos aquí? - rompo el silencio mirándolo fijamente.
- La respuesta es sencilla: quiero ver a mi hijo y usted puede ayudarme.
¡Al menos va directo al asunto!
Levanto los ojos hacia él y lo miro, sin saber muy bien cómo interpretar esa frase.
- No creo que pueda ayudarle, me temo que su hijo no quiere verlo.
- En efecto, no quiere, pero estoy seguro de que usted es importante para él y podría hacerle caso y aceptar ir.
- Primero tendría yo que querer ir...
- Mi hijo está enfadado conmigo desde hace años, sé que sufre, igual que yo. Me gustaría recomponer nuestra historia juntos.
Me gustaría mucho creer en la sinceridad de sus palabras, es tentador. Si Abraham pudiera reconciliarse con su padre... Lo he visto sufrir con sus desvanencias, porque si no fuera así, no se enfadaría tanto.
- Es noble por su parte, pero Abraham es el único que puede decidir eso.
- Sí es cierto, pero... escuche... pasar un fin de semana en familia no debería ser una tortura. Su madre le echa mucho de menos, realmente, nos gustaría mucho verlo y también nos gustaría conocerla a usted, y no solo en un café.
Siento una punzada en mi corazón, no he visto a mi familia desde hace meses. Me fui de casa enfadada, cuando todo el mundo se puso a creer estupideces. Por supuesto, me gustaría que mi padre viniera a buscar a Abraham, para pedirle que intentara convencerme de que le diera a mi familia una segunda oportunidad. Hay muy poca probabilidad de que eso se produzca, pero... Soñar no está prohibido.
Suelto un suspiro y acepto.
- Puedo decirle un par de cosas... Pero no espere milagros, su hijo está muy enfadado con usted.
- Me conformo con eso. Mi hijo no quiere dirigirme la palabra, si no es para exigir por el móvil que le deje en paz. Sin embargo, el hecho de que descuelgue el teléfono cuando lo llamo, me deja mantener la esperanza...
- De acuerdo, intentaré hablar con él. Pero no sé haga muchas ilusiones, la pelota está en su tejado.
Asiente con la cabeza, perfectamente consciente del problema, coge su taza y da un sorbo a su café. Sin esperar más, se levanta e inclina la cabeza hacia mi. Lo miro a los ojos.
- Le agradezco su ayuda, espero que tengamos la ocasión de conocernos mejor.
No puedo evitar pensar que no me lo ha dicho todo sobre este súbito interés por su hijo. Pero puede que me equivoque, puede que vea el mal por todas partes y solo quiera acercarse a su hijo.
- Yo también, señor.
Me pregunto cómo sería un fin de semana en casa de la familia de Abraham. Seguro que no sé parecería en nada a lo que yo estoy acostumbrada, en mi pequeña vida tranquila. No es que mis padres sean pobres. Vivíamos en una pequeña casa muy bonita pero, no creo que tenga nada que ver con la familia de Abraham. No hay más que ver el traje de su padre, se parece a los de Harper. ¡Debe costar lo mismo que un coche!
Me tiende la mano, con los ojos clavados en el fondo de los míos, como si intentara leer en mí. Le estrecho la mano, no dejo que me turbe la extraña angustia que su padre ha provocado en mí. Es verdad que desprende algo inquietante. Su proposición se parece a una trampa en la que voy a caer deliberadamente arrastrando Abraham en mi caída. ¡Realmente espero equivocarme!
Nos damos la mano y se despide con una amplia sonrisa, esa sonrisa me da miedo. Lo miro alejarse del café con una forma de andar decidida y un poco snob. El padre de Abraham es perfectamente consciente de su estatus.
Me quedo sola en el bar, con mi café como única compañía. ¡Acabo de meterme en un buen lío! Abraham podría enfadarse conmigo aunque no sea culpa mía.
Tengo que hacer esto con mucha cabeza. Ya estoy pensando en un plan para salir de esta sin daños. Definitivamente, no necesitaba una nueva presión. Todo estaba ya bastante complicado, sin añadir nada más.
Saco mi cartera para pagar los cafés cuando me doy cuenta de que el padre de Abraham ha dejado un billete grande en la mesa. Guardo mi cartera y me levanto como un robot. Debo tomar las riendas, hablar con Abraham.
Lo mejor, es ser sincera con él, porque de lo contrario, podría reprocharmelo. Entonces, ¡Solo tengo una cosa que hacer!
Ir a su casa...
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Ángel Mío | Abraham Mateo
FanficElla ha estado viviendo en la ciudad de Nueva York durante varios meses trabajando en uno de los pisos de un edificio enorme rascacielos de cristal con vistas a Manhattan. Su vida siempre ha ido muy bien, tiene un trabajo estable, sus amigos son lea...