CAPÍTULO 60

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Sebastián Harper en persona, levanta los ojos de su móvil y los clava en los míos.

Oh mierda, oh mierda.... Una flota de palabrotas invade mi lóbulo frontal. Mis ojos deben amenazar con salirse de sus órbitas, por la sorpresa que se ha apoderado de mí.

Estoy tan petrificada, con los músculos rígidos por el terror, que las puertas empiezan a cerrarse ante mis narices. El señor Harper desliza el brazo entre las dos puertas y una sonrisa se posa delicadamente en sus labios.

- No se ponga nerviosa. No he comido nunca a nadie.

Con todo, debo estar como un tomate. ¡Paso por una tonta delante de mi jefe! ¡Fantástico!

Obligo a mis labios doblarse en una sonrisa y entro por fin en la cabina. Me cuesta mucho extirpar las palabras de mi garganta reseca por la angustia.

- Gracias, es que me ha sorprendido verle.

¿Por qué tiene que estar Sebastián Harper todavía trabajado a las 23 horas? Qué pregunta más tonta: ¡Es el jefe! Trabaja más horas que la mayoría de sus empleados.

Las puertas del ascensor se cierran y Sebastián se coloca cerca del cuadro de control, guardando su móvil en el bolsillo interior de su chaqueta.

- ¿Se va a casa? - cuestiona mirándome sobre su hombro.

- Pues sí, ya es tarde. - simulo mirar mi reloj para recordarle lo tarde que es.

- Trabaja hasta muy tarde.

Parpadeo asintiendo. ¿Por qué me pregunta esta clase de cosas? ¿No es lógico?

- No todo el mundo tiene su sentido del sacrificio. - me dedica una sonrisa, y luego baja los ojos hacia su mano derecha. Enrojezco aún más violentamente ante mi tontería.

De pronto me doy cuenta de que se refería al cuadro del ascensor. Su dedo está tendido hacia los botones, esperando pulsar el botón correcto.

- Yo... tengo que ir a buscar mi coche al parking. - respondo mirando hacia enfrente algo nerviosa.

Asiente y pulsa el botón del subsuelo. Dios gracias, me doy cuenta de que también ha pulsado el de la planta baja. ¡Se baja antes que yo! Me siento tan aliviada que podría besar el suelo. ¡Si hubiera bajado el también el parking, se habría dado cuenta de que no tengo coche!

Es lo primero que me ha venido a la cabeza para poder bajar al subsuelo sin parecer rara. ¡Pero sin coche, habría sido aún más sospechoso!

- Es usted a quien el señor Leviels ha entregado el informe de Mateomu's Industries, ¿Verdad?

- Sí, se lo ha entregado al señor Simons que me ha confiado este trabajo. Me siento honrada de realizarlo con usted.

- Mejor, si ha tenido tiempo de ojear el informe, habrá comprendido seguramente que es muy importante que este asunto sea todo un éxito.

Asiento con la cabeza, abriendo la boca como una idiota, fascinada y atemorizada al mismo tiempo por la presencia de Sebastián Harper. Hay que decir que impresionará a un león en plena sabana. Su mirada tiene algo firma y seductor a la vez.

- Mateo ha invertido sumas enormes para desarrollar este proyecto y tengo especial interés en que se concluya satisfactoriamente. Nuestro equipo técnico trabaja muy duro para lograr cumplir los plazos y ofrecer lo mejor.

Me doy cuenta de que es una ocasión inesperada para saber algo más sobre el padre de Abraham.

- ¿Por qué se ha comprometido el señor Mateo en un proyecto como este?

- Creo que deseaba un cambio. Se ha puesto en contacto conmigo para que le ayudara. Conoce mi predilección por ciertos valores. Mateomu's Industries está en pleno cambio, cuando un presidente reclama nuevos valores, es importante apoyarlo, el petróleo es oro negro. Pero están dispuestos a todo por el dinero, y me siento satisfecho al ver que ciertos hombres, a pesar de su inmenso poder, intentan modificar la situación. 

- ¿Es usted de esos hombres? - cuestiono arqueando una ceja mientras lo observo fijamente.

- Eso espero, señorita. En todo caso, eso es lo que intento. Deseo ser el germen el cambio, ser el instigador de revoluciones que vayan en el sentido correcto. Si creamos cosas nuevas, debe ser para construir, no para destruir.

Pienso, por un momento, que está mucho más cerca de las ideas de Abraham de lo que este puede pensar. Pero sus métodos son completamente diferentes.

...

Cuando las puertas del ascensor se abren en la planta baja, me siento nerviosa. Sebastián Harper pondría nervioso a cualquier y más aún a alguien que se prepara a piratear su empresa. ¡Qué mal me siento!

Harper se vuelve un instante, sus ojos felinos se posan sobre mí.

- Creo que tendremos ocasión de volver hablar de todo esto. Espero que tenga la oportunidad de destacar con este trabajo. - me dirige una fina sonrisa y me desea que pase una buena noche.

Cuando las puertas se cierran por fin, me dejo caer contra el tabique. Mi corazón late a cien por hora. ¡Mi vida es un infierno en este momento! Intento poner en orden mi mente. Cada cosa a su tiempo.

Aunque el informe Mateomu's es muy importante y puede cambiar las cosas, primero debemos solucionar el problema de Alan y su talento para acorralar a los activistas.  

No puedo correr el riesgo de que sospechen de Abraham, no lo soportaría.

El ascensor se para en el parking, salgo de él con el pulso latiendo frenéticamente. Estoy a punto de tener un ataque el corazón, mis manos están sudorosas, me tiemblan las piernas de miedo. ¡Y aún falta mucho para que pase este mal momento!

Atravieso el parking desierto como si me dirigiera a mi coche. Intento andar de forma despreocupada y natural. Descubro una nueva naturaleza de mentirosa. Nunca había mentido en toda mi vida, o solo por nimiedades.

Y aquí estoy, deambulando como si nada, como si no fuera a permitir que entren aquí los activistas de Safeplanet. Solo hay algunos coches aparcados en el parking de la torre. La mayoría de los empleados ya han vuelto a su casa. Solo debe quedar los vigilantes, y puede que algún que otro pirado cumpliendo horas suplementarias. ¡Como yo!

Mis tacones suenan en el cemento, siento un escalofrío subir por mi espalda cuando me acerco a la puerta cerrada por dentro, inspiro, es el momento clave en el que cambio de vida.

Ahora, me vuelvo cómplice de un grupo de activistas probablemente buscando por el FBI. ¡Paso al lado oscuro!

Miro el pomo, Abraham está detrás, con Derreck. Tengo dos elecciones: El amor de mi vida o mi vida ... 

Ángel Mío | Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora