CAPÍTULO 40

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Los policías llaman a la puerta, mientras que Abraham y yo nos precipitamos sobre la ropa esparcida por la furgoneta.

- Un momento, ya abro. - responde Abraham con un tono tan tan tranquilo.

Me pongo mis cosas rápidamente, y Abraham no puede evitar reírse.

- ¿De verdad? ¿Te parece gracioso? - frunzo el ceño.

- Sí, habrían podido llegar en el momento crítico... Han tenido la amabilidad de esperar a que acabáramos. - se echa a reír a carcajadas. Su cara divertida consigue destensarme y me echo a reír yo también, frente a la comicidad de la situación. Podría pasar la noche en una celda pero, gracias a él, ese problema casi se ha vuelto secundario.

Cuando ya estamos de nuevo presentables, Abraham abre la puerta trasera y aparecen... Owen y Cloe.

¡Uf, dios mío, no es la policía! Prefiero que sea Owen el que nos sorprenda, en vez de sentirme ridícula ante los policías. 

Abraham arquea una ceja, Owen muestra una cara sombría y Cloe pone mala cara.

- ¿Te divierte sorprendernos así o qué? - cuestiona Abraham frunciendo el ceño mirando a Owen fijamente.

- ¡Habría preferido llegar antes! - responde con un tono divertido y una sonrisa socarrona entre los labios.

Abraham sacude la cabeza, hastiado, y yo siento que mis mejillas se ponen rojas como un hierro candente. Los ojos de Cloe parecen metralletas, ante mi cabello despeinado que deja imaginar fácilmente qué estábamos haciendo.

- ¿Podemos subir ahora? - cuestiona Owen arqueando una ceja mirando burlón a Abraham. 

Abraham asiente y se aparta para dejarlos subir, mientras que yo me deslizo a la parte delantera. Él se sienta tras el volante, echándome un vistazo, como para medir el nivel de rojez de mis mejillas. Owen y Cloe se sientan detrás, ahí donde hace un momento, estábamos besándonos salvajemente. 

Abraham consigue salir de los atascos más rápidamente de lo esperado. El trayecto se realiza con un silencio glacial. Solo las miradas que nos echamos Abraham y yo calientan considerablemente el ambiente. Por el habitáculo, fluye una música jazz.

Al llegar al autopista, me entra el sueño pero me despiertan los brazos de Owen en el respaldo de mi asiento. Owen inclina la cabeza entre nuestros dos asientos, mira el parabrisas y suelta a Abraham:

- Me parece que vas a tener noticias de tu viejo. Nos ha visto.

- Sí, ya lo sé. Supongo que me acosará por el teléfono los próximos días. - suelta un suspiro y muerde su labio inferior incómodo.

Escucho con atención las palabras de los dos, para saber más sobre esta parte de la vida de Abraham que desconozco.

- Deberíamos habernos dado cuenta de que estaría en esa reunión.

- Sí, le encanta ir a cualquier sitio donde pueda oponerse a mí. - responde sonriendo un poco de lado, me mira de reojo. Owen se ríe y golpetea el asiento de Abraham.

- Eres tú el que va a cualquier sitio donde puedas oponerte a él.

Abraham echa un vistazo a su amigo y luego sonríe, mirándome después. Su sonrisa no desaparece, al contrario, se amplia. No puedo evitar tirarle un beso, Abraham suelta una risita.

- Sí, _______, tengo algunos problemas de insolencia y rebelión, en mi familia. Nada malo. - me guiña un ojo divertido y me tira un beso sonriendo.

- ¡Si, eso! Cuando se fue dando un portazo, montó tal follón, que su padre envió a la policía a buscarlo para llevarlo de vuelta a casa. - interviene Owen riéndose.

Ángel Mío | Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora