Abraham me observa a través de sus largas pestañas, me siento desnuda, tan vulnerable y terriblemente sensible...
Quisiera correr a taparme en mi cama con mi manta, devorarme tres toneladas de helado y beber tres litros de alcohol.
- ¿Por qué? ¿Qué es esto exactamente? ¿Quién eres tú, Abraham?
Sí, es así: de pronto, tengo la sensación de estar delante de un extraño. No tengo ni la más mínima idea de quién es la persona que está frente a mí.
- El que tú has conocido siempre...
- No, el que yo creía conocer no puede engañarme, no puede manipularme. El que yo creía conocer me dijo que me quería. ¡Pero esto no es querer!
Se tensa de arriba abajo. Sus pupilas se vuelven de un extraño tono translúcido, como si se ocultaran ahí unas lagrimas.
Debo de imaginarlas. ¿Por qué iba a tener ganas de llorar? Todo es culpa suya. Él ha montado toda esta escena.Me repito que es un maldito traidor, me lo repito una y otra vez, para poder soltarle el siguiente derechazo.
- ¿Qué se siente al besar a una pobre tonta como yo en el despacho de Alan?
Sorprendido por mi pregunta, se queda ahí mirándome, con los brazos caídos. Su cordialidad ha desaparecido, sus sonrisas también. Traga saliva, y abre la boca para responderme. Esa boca tan apetecible...
- Yo... tenía muchas ganas de besarte. - su voz suena como un murmullo.
- ¡Mentiroso! ¿Cómo te atreves a decirme algo así? - exclamo frunciendo el ceño.
- ¡Porque es la verdad! Estaba lo que debía hacer y lo que deseaba hacer. Las dos cosas se mezclaron... Eso es todo... - frunce el ceño.
- ¿Es todo? ¡Claro, es todo!
Abraham reduce la distancia entre nosotros y levanta la mano hacia mi cara para tocarme. De inmediato, me echo hacia atrás, como una presa a punto de ser devorada. Pero me encuentro acorralada contra la pared, entre una cómoda y el minibar.
Posa el puño al lado de mi cabeza, contra el tabique. Se me corta la respiración, mis ojos intentan huir de él, pero no lo consiguen. Estoy atrapada por sus magníficas pupilas avellanas.
- Me moría de ganas de besarte, cariño, por sentir tus labios en los míos... Me moría de ganas desde el minuto en que te conocí, y en ese mismo minuto, supe en qué mierda estaba metido... Pero no tenía elección, nena.
- ¡Mentiroso! ¡Eres un maldito mentiroso! Nada te obligaba a hacer lo que hiciste... ¿Y qué más necesitabas ahora? ¿Quieres que te vuelva a llevar al piso de Alan?
- ¡Por favor, no sigas por ahí! No tengo nada que ganar, sino todo que perder. Escúchame, por favor... - su tono es suplicante, noto la tristeza en su rostro, traga duro.
- Eso es lo que hago... pero no cambia nada. - el dolor en el fondo de mi pecho es tan intenso que tengo dificultades para respirar. - ¿Quién eres, Abraham? ¿Qué faceta de ti es real?
- La que te he mostrado es la realidad, pero es solo una parte.
- No te consideraba un manipulador. ¿Alguna de tus palabras era verdad? - mi voz suena como un murmullo, tengo ganas de llorar.
- Claro, cariño...
- ¡Deja de llamarme así! - trago duro y cierro los ojos por unos segundos, me duele escuchar ese apodo que tanto me encanta, el que me produce millones de sensaciones y me hace perder la cabeza. Las lágrimas caen por mis mejillas, entre mis cejas, se marca una arruga.
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Ángel Mío | Abraham Mateo
FanficElla ha estado viviendo en la ciudad de Nueva York durante varios meses trabajando en uno de los pisos de un edificio enorme rascacielos de cristal con vistas a Manhattan. Su vida siempre ha ido muy bien, tiene un trabajo estable, sus amigos son lea...