Capítulo 37

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Capítulo 37

Una amenaza de destrucción para cualquier ser humano le causaba temor... Así se sintió Esteban, pero no por él, sino por la manera en que resultarían afectados María y sus hijos.

E: tú lo conoces mejor que yo, ¿crees que sería capaz de destruirme??

Sr.Fer: dime cuál fue el problema. Tenemos que solucionarlo, Esteban... Si sólo se trata de un chisme...

E: no fue ningún chisme. Yo lo vi con mis propios ojos...

Sr.Fer: nada pudo haber sido tan grave para que las cosas terminen así...

E: sí, fue algo grave. Pero ya te dije que no te lo voy a contar por teléfono... Ahora necesito saber de qué lado estás... Y cuando vuelva al país, quiero cerca de mí a personas en las que pueda confiar...

>>>

M: te lo dije, Esteban... Servando no se va a quedar tranquilo...

E: tú no te preocupes, mi amor... No importa lo que ese tipo haga... Nosotros vamos a estar bien...

M: si intenta algo... Yo tengo pruebas...

E: ¿qué tipo de pruebas...?

M: una grabación... En la que él me hace indecorosas proposiciones...

E: ¿dónde está?? Quiero oírla... Espera... ¿Fue lo que ese día querías que escuchara...?

M: sí... Además de eso, tengo otra información...

Los parámetros establecidos en la sociedad dictaban que era el hombre quien defendía a la mujer, pero María estaba dispuesta a darle la vuelta a aquello y defender a su marido de quien fuera.


Un par de horas después, María estaba recostada sobre Esteban... Desnudos sobre la cama...

Exploró el ancho torso y los fuertes hombros de su marido... Mientras las manos de él subían y bajaban por las piernas femeninas...

Giró y la tuvo presa bajo su cuerpo ardiente por el deseo...

E: llevo días fantaseando contigo...

María sonrió, al tiempo que le acarició el cabello...

Esteban le besó los hombros, le lamió el cuello y descendió por sus senos... El espacio entre ellos...

M: no te creo...

E: sí... (Pasándole una por un pecho, ronco por la pasión) Es cierto...

M: Esteban...

E: eres tan hermosa, María...

Ella cerró los ojos cuando sintió un lametón en su seno izquierdo... Justo sobre el pezón hinchado...

Pero la boca de Esteban parecía tener vida propia y empezó a succionarlo... Con apetito y con mucha destreza en su tarea...

María gimiendo... No habría problemas de que los oyeran... Las paredes de cada habitación databan de siglos anteriores y eran bastante seguras...

Esteban íntimamente perdido en su mujer... Tanto como ella en él...

>>> Muy temprano por la mañana, antes del amanecer María y Esteban dejaron a Mía al cuidado de la niñera y ellos bajaron a dar un paseo solos, aprovechando que los demás dormían.

Y como siempre a esa hora, tuvieron que abrigarse un poco.

Esteban la abrazó mientras salían del castillo, aunque ofreció darle también su chaqueta, María no quiso...

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