15: Savage Daughter - Sarah Hester

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¡Hola, amores!

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Ahora sí, os dejo con la lectura :).

***

Aún hundida en un sueño profundo, Olivia se removía en su lecho. En su descanso, había una pesadilla que se repetía una y otra vez. Era agobiante, por mucho que ella hiciera no podía deshacerse de aquel maldito carrusel nocturno del que era víctima. Incluso había probado a beber agua, como bien le decía su madre. Pero todo intento había sido en vano.

Desesperada, Olivia se volvió a acostar, después de haber estado unos cinco minutos mirando por la ventana de la habitación, descubriendo solo pura oscuridad. Cerró los ojos, deseando poder dormir en paz de una vez por todas. Pero, para su desgracia, su subconsciente la llevó de nuevo a aquel sueño que no paraba de repetirse.

Ella caminaba por un lugar de adoquines, sus pies parecían ir dudosos, como si no conociera a ciencia cierta el lugar por el que caminaba. Además, una de las botas que llevaba estaba rota, de forma que era algo incómoda la acción de caminar. Aun así, ella seguía, dudosa, pasando por calles y más calles, de lo que reconoció que era el reino de Aghtak. La arquitectura y los colores blanquecinos de todos los lugares lo delataban. Por lo menos aquello le daba cierta seguridad: era cierto que no había podido investigar todo el reino, pero conocía el pueblo mínimamente. Por lo menos no era la misma sensación de cuando apareció en Taghk por primera vez. Aquello sí había sido un desconcierto demasiado grande.

Todavía algo ida, consciente de que lo que estaba viviendo era un sueño, miraba hacia los lados, desconcertada. Antes de que pudiera siquiera situarse —averiguar si estaba a las afueras o por la plaza del pueblo, aquella donde había ido a bailar—, sintió cómo algo se posaba en su cintura y la empujaba hacia delante. No era de una forma brusca, pero sí con la suficiente fuerza como para hacerla caminar unos cuantos pasos. Dudosa, miró hacia atrás, pero una oscuridad la había rodeado por completo. Solo podía vislumbrar unas manos posadas sobre ella, unas extremidades que, si las seguía, se perdían en la nube negra que quedaba a sus espaldas.

—Pero, ¿qué? —exclamaba, sin entender qué era aquello que le estaba sucediendo. El sueño en sí era surrealista, pero que unas manos salieran de la nada y la empujaran rozaba la locura.

Cuanto más se resistía a cada empujón, las manos en su cintura la alejaban con más fuerza. Era imposible no seguir sus órdenes, pues iba a tener que acatarlas de todas formas, solo que con más brusquedad.

Alejando ya la mirada de ese agarre, levantó la vista, en el mismo momento en el que las manos la dejaban, de una vez, en paz. No la empujaban más allá, pero sí la sujetaban con la suficiente fuerza como para que no pudiera echarse hacia atrás. Aunque estuvieran siendo algo bruscas, Olivia podía notar que no había ni una sola pizca de maldad en aquellos gestos.

Curiosa, la rubia levantó la vista, ida en las sensaciones de aquel sueño tan extraño que la tenía sometida. Y, de nuevo, lo veía. Era un portal de una casa, todo pintado de blanco, pero a la que se le notaba el paso de los años. Estaba algo sucia, era destacable la necesidad de una pequeña limpieza de la fachada, aunque lo que captó sus ojos fueron las pequeñas macetas que estaban en el alféizar de una de las ventanas de la planta baja. De esta, caían pequeñas flores rojas, a las que dudó en darles nombre. A ella le parecían geranios, pero era complicado saberlo a ciencia cierta desde aquella distancia.

—¿Por qué me traes aquí? —cuestionaba la rubia, dándose la vuelta, buscando de nuevo aquellas manos y la oscuridad que iba dejando tras ella. Más, cuando fue a vislumbrarlas, estas ya no estaban. Tras ella solo había calles y, a su frente, aquella casa con flores rojas.

Dividida | NOVELA DESTACADA @WattpadFantasiaES  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora