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[II] 17: 𝐄𝐯𝐞𝐫𝐲𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 - 𝐀𝐔𝐑𝐎𝐑𝐀 & 𝐏𝐨𝐦𝐦𝐞

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Ir vestido de blanco iba a ser el ejercicio de conciencia que más iba a costar a Neiel, quien detestaba ese color. Prefería mil veces utilizar sus ropajes habituales, de colores marrones y con los que se sentía más cómodo. Pero era un favor que debía hacer a Olivia, su amiga. Además, no se arrepentiría, ya que se trataba de molestar al regente de Aghtak, quien había encerrado a su padre en una mazmorra anteriormente, dejándolo herido y sin nada de comida o bebida.

Olivia, por su parte, se había llevado la capa de Delian, tragando saliva y alzando su barbilla al encontrarse con Neiel y los demás. Se trataba de un grupo de tres personas, entre los que había un chico castaño y una chica de melena corta y rojiza. Entre ellos estaba Fiev, el pelinegro se quedó boquiabierto al ver a la joven allí bajar de la yegua que montaba.

—Desde luego, está radiante, princesa Níveram —exclamó, haciendo que Olivia sonriera cada a él. Esta vez la saludó extendiendo su mano, lo que Olivia agradeció con un apretón.

—¿Estáis todos preparados? Para cuando lleguemos ya será de día. Esperaremos a que entren y ahí comenzará la acción —musitó la rubia.

—Todo preparado —exclamó Neiel, asintiendo hacia la figura de la princesa—. Olivia, ellos son Keth —señaló al joven, quien le dedicó un asentimiento con la cabeza— y Mere —exclamó, refiriéndose a la joven de melena rojiza. Esta miró a Olivia de arriba a abajo, sorprendida por el hecho de que Neiel la tuteaba.

—Es un placer conocerla, princesa Níveram —susurró, dedicándole un asentimiento con una sonrisa ladeada, gesto que la escritora había observado parecido en el joven de melena rojiza.

—Encantada —respondió Olivia, dándose cuenta de que los rebeldes no se reverenciaban ante ella como por ejemplo lo hacían los ciudadanos de Daghtak. Le dio igual, la realidad era que el protocolo no era su gran preocupación.

Sin embargo, fue mirando a los ojos azules de aquella chica cuando Olivia se dio cuenta de que era familiar de Neiel. Sus facciones eran muy similares, aunque las de la chica eran bastante más suavizadas. Aquella tal Mere tenía hasta las pecas similares a Neiel, cosa que la hizo cerciorarse de que, al menos, eran consanguíneos.

—¿Sois familia? —cuestionó, interesada

—Es mi hermana —aclaró Neiel, quien veía a la rubia curiosear con los ojos las facciones de Mere. Se daba cuenta de cómo la escritora se fijaba en cada detalle. Era observadora y curiosa.

—Se nota. Sois iguales —resumió la princesa.

—Repasemos el plan una vez más. Es necesario para que quede claro para todos —exclamó Neiel, llamando la atención de los presentes—. Nos cambiaremos de ropa en la frontera, antes de cruzar el río Níver. Iremos hasta el salón donde recibirán a la familia real, donde nos ha indicado Arana. Sabemos que tiene ventanas, eso es importante para ti, Keth. Deberás vigilar y estar atento a cualquier cosa. Además, tendrás que acercarnos los caballos para salir corriendo —exclamó Neiel, a lo que el joven asintió—. Fiev, Mere, Olivia y yo iremos a por los guardias. El plan es ir donde tienen el carruaje y sustraer el caballo del rey. Tendremos que pelear —musitó, a lo que Olivia tragó saliva. Al pelirrojo no le pasó desapercibido ese gesto, así que la miró a los ojos—. Olivia, irás detrás de mí, ya que aún te encuentras aprendiendo a pelear —musitó, a lo que la princesa asintió, comprendiendo. No era cuestión de fuerza, sino de estrategia y saber dónde posicionar a cada uno—. Huiremos con los caballos, así que deberemos dejarlos en una zona accesible a nosotros. Tenemos la sorpresa final... rollos de piel con aceite. Los tiraremos encendidos tras nosotros, levantando el suficiente humo para poder huir tranquilos. Nos encontramos en un terreno desconocido, así que hay que ir con cuidado —musitó el joven. Él sabía que se estaban metiendo a la boca del lobo, pero no podía dejar a Olivia sola en eso. No debía ni quería.