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28: Les jupes - Charlotte Cardin

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Barcon entraba en su despacho, empujando la puerta con tal furia que esta chocó con la pared. No había duda de que estaba hecho una absoluta furia. Sus pies resonaban por toda la estancia ya que los dejaba caer con desdén y fuerza. Estaba demasiado enfadado.

Si había alguien que tenía un humor bastante parecido en aquel mismo momento era Vitera, quien casi había corrido detrás del rey, queriendo recordarle todo lo que habían acordado y las cosas que no se habían cumplido. Desde luego, aunque habían podido cerrar aquella reunión con los nobles de forma cordial, la imagen de su hija ahora pendía de un hilo. Todo el reino pensaba que Delian había preferido a una simple amante, ¡antes que a Arana!

—Barcon, ¡esto no es en lo que habíamos quedado! —gritó la mujer, con los puños bien apretados. No podía creer la dejadez del regente, así como la de su propia hija, quien se había encogido de hombros y caminado hasta la habitación que habían dispuesto para ella en el castillo.

Por su parte, el rey pasaba las manos por su pelo, exasperado. Delian jamás habría hecho eso meses atrás, estaba demasiado bien educado como para llevarle la contraria a su padre. No podía creer que su hijo, el que había criado bajo su mando y sus normas, manejándolo a su antojo, ahora se atreviera a retarle de una forma como aquella. A su parecer, había ignorado su figura de monarca, desafiándolo, haciéndole saber que primero estaba él antes que cualquier decisión de su padre. Además, huir con aquella chica levantaba muchas sospechas que no le hacían bien a su imagen. ¿Quién era ese y qué habían hecho con su hijo? ¡Todo era culpa de aquella maldita rebelde!

La había visto bien, era lógico que Delian se fijara en ella. La chica era joven y bella, además de que parecía bastante inteligente. Olivia poseía un carácter fuerte, de esos que arrasaban por donde pasaba... de los que a él le encantaba domar. Podía llegar a comprender que, en sus pasiones bajas, su hijo se sintiera atraído hacia ella (hasta él lo haría), pero solo hacía falta abrir los ojos para ver de qué mujer se trataba. Muchas veces había descubierto a la escritora cerca de Teón, el mejor amigo de su primogénito. Esas cercanías con figuras masculinas dejaban ver qué clase de mujer estaba hecha Olivia. No quería imaginar con cuántos hombres tendría relaciones así de coquetas. Seguro que sus encantos se desplegaban todavía más en la cama...

—¡Cállate! —la voz grave de Barcon causó que Vitera diera un respingo, asustada. Él poseía la suficiente autoridad como para, de un grito como aquel, lograra hacerla temblar. Le tenía miedo, pero la rabia y la sed de venganza podían mucho más, así que mantuvo la compostura— Delian se va a casar con tu hija. No tiene escapatoria. No pienso dejar que se vaya con la rebelde esa, ni loco —le aseguró.

—¿Y cómo piensas obligarlo, eh? —una risa irónica salió de la castaña— Tu hijo puede contigo, Barcon. Desde luego, das mucha pena delante de todos los nobles, siendo avergonzado por Delian, yéndose con la furcia de la rebelde —remarcó la última palabra y abrió los ojos, fingiendo sorpresa—. ¡Vaya! ¿Saben eso los nobles, eh? Que esa joven, con la que Delian se ha fugado, es rebelde. Sí, de esos mismos que te han retado en tu reinado y por lo que has perdido tierras, es decir, comida para ellos... ¡también por su culpa! Desde luego, no os favorecería demasiado que los nobles se enteraran —Barcon levantó la vista, mirándola. Sabía que aquello era una amenaza; Vitera estaba dispuesta a sacar todos los trapos sucios con tal de destruir su reinado por completo. No sabía de qué era capaz si no cumplía con todos los deseos acerca del matrimonio de ambos jóvenes.