Dividida | NOVELA DESTACADA @WattpadFantasiaES

[II] 6: 𝐓𝐡𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐞𝐥𝐢𝐞𝐬𝐭 - 𝐌å𝐧𝐞𝐬𝐤𝐢𝐧

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El aire acariciaba su rostro, frío, causando que su temperatura cada vez descendiera más todavía. Se agarró a sus ropajes, a la chaqueta que cubría su cuerpo para protegerla de esas temperaturas. Era el atardecer y supo que tenía poco tiempo allí, pero fue de todas formas. Olivia galopaba con Breita sobre los pastos, nerviosa, queriendo hundirse en esa sensación de libertad que le daba estar sola en mitad de la nada. Después de un buen rato vislumbró los árboles que marcaban el principio de aquel pequeño bosque que rodeaba el lago de Níver. Suspiró, quería llegar y hundirse allí mismo, respirar dentro de ese lugar que tanta paz le transmitía.

Es cierto que en aquel lago tenía demasiados recuerdos con Delian, en los cuales esperaba refugiarse. Quería revolcarse en sus memorias, sabía que necesitaba hacerlo para poder superar lo ocurrido. Esa era su técnica para olvidar: llorar lo que le dolía, mucho, hasta que dentro de su ser no quedara nada por expresar. Lo haría las veces necesarias, todas las que su cuerpo le dijera, hasta que ya no tuviera esa maldita sensación de incomodidad, de ardor del alma. Sí, seguro existía un día en el futuro donde rememorar a Delian ya no doliera. Ni tampoco que se casara con otra. Él debía dejar de importarle. Era un traidor.

Cabalgó, dejando que los latidos de su corazón se calmaran, acercándose cada vez más a aquel lago. Frenó a unos metros más lejana, sintiendo los nervios arremolinados en su interior. Bajó, ahogada, apoyando la cabeza en Breita para poder dar un par de respiraciones que lograran calmarla. Miró hacia donde provenía el ruido del agua, sabía que tras aquellos arbustos se encontraba el lago Níver y todos los recuerdos que le inundaban la mente.

Si cerraba los ojos, podía verse en la otra orilla, tanto a ella como a Delian. Recordaba cómo ellos se habían besado allí la primera vez, dentro del agua, donde él le había confesado que pensaba en ella de una forma demasiado distinta a la que debería. La pasión y esos sentimientos tan desbordantes inundaron su ser en aquellos momentos, además de la calidez cuando descubrió que aquel príncipe los había guardado bien dentro de su memoria. Rememoró a Delian, tímido, mostrando cómo había pintado esa escena de su mente en un cuadro. Quería retratar ese momento porque también había significado demasiadas cosas para el chico.

Lo vio a él, en su imaginación, metiéndose en aquellas aguas, desnudo y con una sonrisa vistiendo su rostro. Recordó cómo Delian le había retirado el corsé a ella en esa misma orilla, con sus manos grandes, dejando que las gotas de agua fría le recorrieran el cuerpo. Casi podía jurar sentir su tacto mientras hacían el amor, suspirándose al oído y disfrutando de estar juntos bajo los árboles de aquella estancia natural. El corazón no soportaba que su mente simulara su voz en el mismo momento en el que Delian le dijo que la quería.

Se quedó absorta mientras caminaba hasta el río, agarrando las riendas de Breita. Su vista estaba puesta en sus pies, con cuidado de no pisar barro resbaladizo —las lluvias habían acechado los reinos en días anteriores— y terminar en el suelo. Fue por eso por lo que, cuando alzó la vista hasta la otra orilla y vio allí a Delian sentado, sintió cómo su corazón le subía a la garganta.

Estaba sentado casi en el borde, mirando el agua del río pasar, en la parte que menos cubría de todo el lugar (por donde ella había cruzado para ir a Daghtak el día de su ida). Su cabello rubio le caía en bucles, ahora mucho más largos de la última vez que lo había visto. Estaba vestido todo de blanco con una camisa que cubría una chaqueta bordada. Aquellas prendas mostraban su figura de una forma intencionada, destacando su espalda ancha. Tenía un gesto algo serio, pero seguía igual de atractivo de lo que recordaba. Su nariz, rectilínea, cobraba protagonismo en el gesto que portaba.