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10: Soleil, soleil - Pomme

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Olivia estaba sentada en la mesa para desayunar, mientras los presentes se miraban unos a otros. Esperaba que Delian hiciera acto de presencia, era extraño que no estuviera ya sentado en su lugar. El rubio siempre era demasiado puntual con las horas y citas, desbordando aquella perfección que él mismos se había encargado de crear. Todos supieron que algo le ocurría a Delian como para que no estuviera allí.

—¿Hoy Delian tenía alguna tarea por la mañana? —cuestionó Arana, justo cuando Barcon había ordenado a los sirvientes que comenzaran a repartir el desayuno.

La comida nunca se sacaba hasta que estuvieran todos. Era una pista de que algo le había pasado al rubio y su padre conocía aquel motivo. Fue todo un acierto cuestionarle a Barcon.

El rey levantó su vista y contempló a la joven, quien parecía interesada por saber de su hijo. Conocía a Arana de toda la vida. Venía de una familia de nobles, su padre había fallecido de un ataque al corazón y su madre se había quedado viuda, con todo el dinero heredado. Siempre habían sido cercanas a ellos, pues la chica era la mujer ideal para Delian. Con su mejor sonrisa, porque era una muchacha de bien, le respondió.

—Mi hijo hoy no vendrá a desayunar con nosotros. Me ha comentado esta mañana que estaba algo indispuesto, pero está bien —la respuesta del rey hizo que Olivia levantara la mirada, algo asustada.

¿Delian estaba mal? ¿Qué le ocurría?

—¿Se encuentra bien? —cuestionó, sin poder evitarlo. Las palabras salieron solas de su boca. El día anterior habían acabado muy juntos. ¿Acaso él estaba evitando ir para no encontrársela?

El rey la miró, borrando su sonrisa, obteniendo un gesto serio. Solo la miraba con odio, queriendo atravesarla con sus ojos. Era una rebelde, una sucia traicionera criada con valores revolucionarios. Él se partía el lomo para que su pueblo tuviera comida y no les faltara nada, siempre hacía buenas alianzas y mantenía buenos precios para que todos pudieran vivir en unas condiciones óptimas. Aunque todo eso no lo habría conseguido sin impartir un terror absoluto en algunas personas.

—No es nada grave —respondió el rey, con la voz seca y en un tono lineal.

Látira, a su lado, tragó saliva. No había podido ir a ver a su hijo, ahora tenía una reunión con algunas doncellas del reino... pero prefería ir luego a comprobar el estado de Delian por ella misma. Barcon a veces no sabía ver bien la gravedad de las situaciones porque su concepción era muy diferente a la del resto de personas. A él todo le parecía poca cosa, insignificante. El deber estaba por delante de cualquier situación que se pudiera crear.

—Tranquila, Olivia, no tendrás que salvar la vida a nadie —Lilitah, con su costumbre de malos comentarios, intentó incomodar a la escritora, riéndose después de soltar aquella frase. Rántima también sonrió, mientras que Arana solo miró a la pelirroja con algo de desaprobación.

Olivia sabía que no podía contestarle mal, menos aún delante de todas aquellas personas. Así que, intentando impedir que las palabras salieran solas de su boca, sonrió con los labios cerrados y carraspeó.

<Aquesta tia està més amargada que el suc de llima>*¹ pensó, intentando mantener la compostura. Por lo menos en sus pensamientos era libre de expresar todo aquello que le pasaba por la mente, soltando allí sus comentarios y respuestas sin que nadie pudiera escucharlos.

La rubia se alegró de que el desayuno no tardara demasiado, pues se notaba que todos los presentes tenían prisa por realizar sus quehaceres. Olivia pensó demasiado en el estado del príncipe, meditando la idea de visitarlo o no. Ya era casi la hora de comer cuando se decidió a hacerle una visita para comprobar cómo estaba. Delian no daba señales de vida y aquello la preocupaba.