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[II] 18: (+18) Love Story - Indila

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Este capítulo contiene escenas +18.

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La oscuridad comenzaba a invadir el territorio de Daghtak, mientras Olivia iba de un lado hacia otro en su habitación. Había pasado un día desde que había conseguido a Fuego, quien se encontraba tranquilo en su cuadra, descansando lejos de las garras de Barcon. La princesa Níveram había tenido que hacer frente a la cara larga de Hecterón, quien casi puso el grito en el cielo al enterarse de las acciones de su hermana. Fue Ramkov quien puso calma a toda la situación, en lo que la rubia huía de allí hacia su cuarto. No quería saber nada. Estaba mentalmente cansada de que todo el mundo pensara que había hecho mal, harta de que sus acciones se cuestionaran.

Sin embargo, la mente de Olivia pensaba más en otro aspecto. En especial, uno con cabello rizado y rubio, que tenía cada ojo de un color distinto. Delian ocupaba su mente, por completo. Lo recordaba bajando del carruaje, algo incómodo al toparse tanta gente en el pueblo, pero... acostumbrado a estar entre su reino, dando la cara como el príncipe que era. Lo que sí se había grabado a fuego había sido el momento en el que la vio, subida a Fuego, robándolo de su reino. Él había sonreído, como si estuviera de acuerdo, como si se sintiera orgulloso de las hazañas de la escritora.

Las palabras de Ramkov prohibiéndole pisar tierras de Aghtak resonaron bien fuerte en su mente. Sabía que él quería protegerla, los alcances de Barcon eran desorbitados cuando se trataba de hacer daño. Y sí, ella le haría caso y no pisaría Aghtak... pero no esa noche. Debía hacer una excepción.

Decidida, Olivia se escabulló a las caballerizas y agarró a Breita. Estaba actuando por impulso, la única forma en la que siempre le habían funcionado bien las cosas. Su madre le repetía lo mismo cada vez que organizaban algo y les salía mal: los acontecimientos pensados y hechos al momento siempre acababan bien. Pues ella iba a hacer eso, a pensar y hacer. Iba a sentir, como se había nombrado en un pasado con el príncipe.

Trotó hasta que oscureció, llegando a las orillas del río Níver, algo temerosa de encontrarse de noche en un territorio en el que no se sentía demasiado cómoda. Aun así, no dejó que sus miedos la llevaran de vuelta al castillo de Daghtak. No dudo al cruzar el río e ir a la cabaña donde se había hospedado al ser desalojada del castillo de Aghtak, ese lugar que Delian había mandado disponer para ella. Se sorprendió al ver la propiedad, igual que siempre, pero con las luces encendidas demostrando que había alguien dentro. Pero ella lo sabía. Estaba esperándola, como le había dicho cuando ella le rogó que se fuera y no la buscara.

Olivia tocó a la puerta trasera tras dejar a Breita en la pequeña cuadra, agarrando bien sus ropajes negros contra su cuerpo. Hacía bastante frío, aunque eso no la había detenido para hacer el viaje. Delian abrió la puerta, asustado e ilusionado a la vez al escuchar los golpes. Encontrarla tras la superficie de madera fue algo que aceleró su corazón, sobre todo cuando sus ojos conectaron y se observaron en mitad de aquella noche de luna llena. De nuevo, allí estaba esa conexión entre ellos, la chispa que se encendía en el interior de ambos y que aumentaba conforme su proximidad era mayor.

—Hola, Delian —musitó Olivia, sin saber bien cómo entablar una conversación con él, teniendo en su mente aquel recuerdo tan agridulce de la última vez que habían estado juntos en la misma habitación. La escritora le había pedido que no volviera.

Desde luego, el príncipe había cumplido su promesa. Se había esperado a que fuera ella misma la que acudiera en su búsqueda, queriendo encontrar aquel amor que surgía entre ellos cada vez que estaban cerca. Deseaba traer de vuelta el cariño que sentían cuando estaban juntos, necesitaba respuestas a preguntas que surcaban sus sueños y, aunque le costara aceptarlo, echaba de menos al chico que amaba. A él. A Delian.