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5: Charlie Boy - The Lumineers

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Un día pasó, en el que Olivia sintió que el tiempo se hacía cada vez más lento. En Taghk no existía la tecnología. Si sumabas eso al hecho de estar encerrada en una habitación tenías el resultado de un aburrimiento continúo. La rubia se dedicaba a observar por la ventana en los momentos en los que intentaba distraerse, detrás de la cortina, contemplando el jardín trasero de aquel gran monumento que era el castillo.

Incluso la mismísima reina pasó por ahí, paseando con un niño pequeño de unos siete u ocho años. Sin ningún reparo miró directamente a la ventana de Olivia, con esos ojos azules potentes y aires de superioridad. Solo con ese gesto la mujer ya le había conseguido transmitir una sensación de incomodidad. Un escalofrío recorrió a Olivia, quien sintió como su corazón se aceleraba. No pudo evitar correr la cortina del todo y esconderse detrás, como había hecho otras veces. Látira le daba un terror enorme. La miraba como si la estuviera juzgando. No sabía ni cómo explicarlo. Era como que la observaba queriendo ver algo en ella, queriendo descifrar cada pensamiento que cruzaba su mente.

Lo demás solo eran empleados y empleadas caminando de aquí para allá. Dentro de su mente imaginaba aquello que fueran a hacer o la relación que tenían entre ellos. Era algo que hacía buscando entretenerse, intentando evadir su mente de todo aquello que la acechaba. La realidad es que ahora quedaban horas para que su tregua de tiempo con Delian terminara y eso consistía en volver a su hogar.

—Tu madre me vio —musitó Olivia, corriendo la cortina y caminando hacia Delian. Él acababa de ir a verla después de acabar con sus obligaciones. Ya era de noche y la oscuridad se tragaba poco a poco el oscuro reino de Aghtak—. Me observó directamente a los ojos.

—Ella sabe que sigues aquí. Le conté lo mismo que a Samka —exclamó el muchacho, que estaba sentado a los pies de la cama. Estaba agotado, había estado todo el día ocupado.

Entre las obligaciones que tenía como futuro rey y el problema que había surgido con lo del portal, Delian no tenía un solo segundo para respirar. Pero, aunque odiara encontrarse en aquella situación, sabía que solo él había sido el culpable de todo aquello.

—¿Y ella no es como tu padre? —cuestionó la rubia, cubriéndose con sus brazos.

Estaba en pijama, donde un camisón blanco cubría su cuerpo de la desnudez. Fue un acto reflejo por sentirse algo más cubierta, pues se sentía algo expuesta. En aquel mundo no llevaban nada de ropa interior y era extraño. No porque le pareciera mal, simplemente porque no estaba acostumbrada a aquello.

—Qué va. Bien es cierto que mi madre es muy reservada, pero es más comprensiva que mi padre —concluyó él, elevando la vista y mirándola a los ojos. Los largos cabellos de la chica caían por los lados de su rostro, lacios, dorados. Sus ojos grandes miraban hacia otro lado, intentando meditar toda la situación.

Delian no había podido borrar su rostro de su mente. Nunca le había pasado con nadie, era extraño. Sabía que la chica le parecía atractiva. Sí le había pasado con otras mujeres, pero no de aquel modo. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué le agradaba tanto observarla?

—Delian... ¿para qué has venido? ¿Has encontrado algo con lo que pueda volver a mi casa? —cuestionó Olivia, con algo de interés. Veía el rostro agotado del rubio, con una desilusión que la asustaba. ¿Había salido algo mal?

—He ido a ver a una freiken del pueblo. Cuando he comenzado a hablarle del libro me ha mirado como si fuera un loco. No tiene ni idea —respondió él, pasando una mano por su rostro, con algo de nerviosismo. La rubia se removió, inquieta. Quería regresar a su casa de una vez e imaginar que todo aquello solo había sido un sueño—. Lo único que se me ocurre es ir a ver a la que me dio el libro, Olivia, contarle todo lo que me ha pasado y hacerme responsable. No sé qué me hará esa mujer, pero sé que quieres volver a tu hogar —musitó él, destapando su rostro y levantándose, para poder mirarla a los ojos. Necesitaba salir de allí y tomar un poco el aire.