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29: Windmill - Lor

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Olivia dormía justo cuando Delian se levantaba para poder vestirse. La rubia había pasado una noche horrible, apegada a él, revolviéndose cada cinco minutos. El príncipe no sabía si era por la calidad del colchón o por los nervios que estaban pasando en una situación como aquella, quizá por ambas. Lo que sí supo fue que, cuando Olivia comenzó a murmurar palabras inteligibles en sueños, tenía que despertarla.

La rubia se removía, incómoda, alzando cada vez más el tono de su voz. Sus manos hacían jirones en las sábanas, agarrándolas fuerte con sus puños, como si la vida le dependiera de ello. No había duda, Olivia estaba pasando por una pesadilla, aunque no era la única que le había acechado durante toda aquella noche. Con toda la paciencia y cuidado, Delian la agarró del hombro, para comenzar a musitar su nombre segundos después.

—Olivia, despierta —exclamó, provocando que la escritora abriera sus ojos de golpe, alterada, llegando incluso a asustarlo a él por la exclamación. Sus manos soltaron de golpe las sábanas, tranquilizada al encontrarse a alguien conocido y siendo consciente de que estaba en la vida real. Lo soñado solo era eso: ficticio.

—¿Q-qué? —cuestionó, todavía sin saber si seguía soñando o si aquello era la verdadera realidad. Le pasaba desde hacía mucho, el haber cambiado a un mundo paralelo la tenía trastocada en ese aspecto. No sabía siquiera si todo lo que estaba viviendo era un sueño, por mucho que se pellizcara.

—Estabas soñando, hada, parecía que tenías una pesadilla —argumentó Delian, mirando a los ojos a la rubia, quien tragaba saliva. Intentó calmarse, sabiendo ahora que lo que había visto no era cierto y que se encontraba en un lugar más o menos seguro.

—He soñado con un bosque. Veía un ciervo y de repente se convertía en lobo. Volvía a vivir el temor que sentí en el bosque de Oscert, cuando Sirtio... ¿intentó atacarme? O asustarme. No sé qué pretendía, ni qué hacía allí, donde la bruja —confesó. Más tarde, todavía con los nervios en el cuerpo, pasó las manos por su pelo— No puedo con esto, al final me voy a volver loca. Intentar encontrar la forma de regresar a casa está pudiendo conmigo —soltó el aire retenido en sus pulmones, tratando de calmarse. Sentía su corazón latirle en la garganta, todavía acelerada al haber visto a un lobo con ojos verdes sobre ella, en uno de los sueños más vívidos de toda su existencia.

Después de contar aquello, alzó la vista. Delian había desviado sus ojos del rostro de la joven y ahora tenía la mirada perdida, en un punto aleatorio de la habitación, haciéndole saber que sus palabras le habían hecho daño. Intentó pensar un poco más en si había dicho algo que pudiera herirle, pues las palabras que pronunció habían salido solas de su boca, presa del nerviosismo por la pesadilla. Cayó en su exclamación sobre volver a casa, en regresar a su antigua vida... en abandonar Aghtak, por lo que lo dejaría a su propia suerte. Se removió, incómoda, colocando una mano en el hombro del príncipe, captando de nuevo su atención.

—Lo siento... este no es el momento para hablar sobre... en fin, mi mundo —exclamó, causando que Delian tragara saliva. Se le había creado tal nudo en la garganta que solo pudo cerrar sus ojos y respirar, para volver a abrirlos cuando se sintió lo suficiente preparado. Ahí estaba lo que habían tratado de evitar desde que comenzaron a sentir mucho más que solo atracción.

—No, Olivia. Sí que es el momento —anunció, con el corazón acelerado—. Hay guardias abajo, en la salida de la posada. Vienen a por mí, a llevarme para que cumpla con los deseos de mi padre —cuando esas palabras salieron de la boca del joven, la rubia dio un respingo. Rápida, corrió hacia una pequeña ventana que había en la habitación, observando de manera disimulada. Con sus ojos comprobó que eso era cierto, estaban buscándolos.