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[II] 16: 𝐃𝐚𝐫𝐤 𝐒𝐢𝐝𝐞 - 𝐁𝐢𝐬𝐡𝐨𝐩 𝐁𝐫𝐢𝐠𝐠𝐬

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La princesa Níveram casi temblaba cuando fue capaz de poner un pie en los aposentos de Arana, un día después de la aparición de la castaña en Daghtak. Olivia había preferido dejarla descansar, sabía que tras toda la noche caminando era probable que la chica estuviera demasiado agotada, todavía más en su estado. Tras un tiempo de margen necesitaba hablar con ella, por eso se había presentado frente a la habitación de la chica, quien le abrió la puerta de su habitación.

—Princesa Níveram, adelante —exclamó Arana, dedicándole una pequeña reverencia a Olivia, apartándose para dejarla pasar. Estaba siendo educada respecto a la figura que la rubia representaba en el reino de Daghtak.

—Buenos días, Arana. Disculpa que me presente aquí, pero necesito hablar contigo —expresó la escritora, mirándola a los ojos. Caminó hacia dentro de la estancia, lo suficiente como para quedar en el centro de la habitación—. Ayer estabas muy cansada y no quise molestarte, necesitabas descansar. Tengo que hablar contigo sobre Barcon y todo lo que contaste, necesito un poco de contexto —musitó, mientras la chica cerraba su puerta. Los nervios habían acechado a la escritora toda la noche, casi sin dejarla dormir. Eran demasiadas las dudas que pasaban por su mente, así como las ganas de saber.

—Puedes preguntar lo que desees, Olivia. Como te dije ayer, colaboraré en todo. Gracias a ti estoy en un lugar seguro —respondió la joven, suspirando— ¿Qué quieres saber?

—¿Desde cuándo tú y Barcon...? Es decir, ¿tú y Delian no estabais destinados a casaros desde hace como un tiempo?

—Barcon y yo comenzamos a tener encuentros hará aproximadamente un año. No sé cómo ocurrió, pero... pasó —tragó saliva—. Es cierto que al principio yo también quería... me enamoré. No he conocido otro tipo de relación, solo la que he tenido con él —la rubia comprendió. Arana no sabía lo que era ser querida—. Luego nos descubrió mi madre y ella amenazó a Barcon con contar todo si Delian y yo no nos casábamos, por eso aquel día contó el compromiso sin que Delian lo supiera, cuando os escapasteis —Olivia asintió, recordando. Aquellas confesiones eran algo que debía tener presente en su memoria—. Lo único que hizo Vitera, en lugar de proteger a su hija de ese energúmeno fue preocuparse por tener sus espaldas cubiertas en palacio. Es típico de mi madre. Barcon se ha aprovechado de eso también, en demasiadas ocasiones. Él me ha obligado a muchas cosas. Nadie sabe nada de todo esto, solo yo, mi madre y el rey. Delian solo ha sido una víctima más de los chantajes de su padre —confesó, haciendo que la princesa se quedara con el aire estancado en sus pulmones.

—Por un momento, cuando viniste, pensé que Delian y tú... —la escritora se quedó sin palabras, encogiéndose— Pensé que él me había mentido.

—Nunca. Delian y yo nunca hemos hecho nada. Él te ama a ti, siempre lo ha hecho —confesó Arana, asintiendo—. Lamento demasiado haberte tratado como lo hice, con esa indiferencia. Tenía miedo de que el futuro que mi madre me había metido en la cabeza a presión no se llevara a cabo. Ahora me da igual, he visto que jamás tuve que hacerles caso.

—Tampoco me trataste tan mal. Nunca me hiciste nada, Arana. No tienes que pedirme disculpas, pero si te sientes más cómoda... acepto tu perdón —contestó Olivia, acercándose a la chica.

—Fui una niñata estúpida en manos de mi madre y Barcon —confesó—. Ellos van a arder en cólera cuando vean que no me encuentro en mis aposentos. Solo quedaba medio mes para la boda —contó, soltando el aire de sus pulmones, ansiosa. La realidad era que, aunque estuviera nerviosa por todo lo que había ocurrido, se había quitado un gran peso de encima al huir y no tener que casarse. Ahora veía un futuro más allá, con su bebé en brazos.