Bianca Benedetti.
Cierro mi laptop, después de enviar el formulario para una plaza en Arquitectura. Me pongo de pie, y salgo hacia la cocina. Mamá siempre decía que tenía talento para dibujar, y decorar, siempre se jactó de tener buen gusto, y que yo lo había heredado. Papá decía que tenía talento, pero insistía que le gustaría que estudiara algo de finanzas, para tomar el control de las empresas. Quería que yo me hiciera cargo de su legado. Dentro de unos meses me graduaré del liceo, e iré a la universidad, así que he buscado una que me permita quedarme, por lo menos, en el país, pues no me entusiasma irme lejos. Por lo menos no ahora.
Cuando paso por la sala, noto un cuerpo sobre el sofá. Ric. Esta acostado, tiene los ojos cerrados, y luce cansado, aunque tiene las facciones relajadas. Lleva puesto el uniforme de la marina, y tiene su característica barba de tres días, que le queda muy bien.
Entonces, él abre los ojos de repente, y sus ojos cafés chocan los míos, sobresaltándome.
—¿Estas bien?— me pregunta.
Respiro hondo y actúo como si nada— Sí.— rodeo el sofá y me siento en un sillón individual— Acabo de aplicar a una plaza para estudiar en la facultad de Arquitectura de ArtDiamond.
Él se reincorpora— ¿De verdad? Es una buena universidad. Estoy seguro que la obtendrás.
Sonrío sintiendo la estúpida necesidad de decir algo para seguir hablando, voy a preguntarle por mi hermana, pero entonces ella aparece en la sala.
Beatrice se dirige a Ric— ¿Podrías cuidarla?
—Claro— responde él.
—¿Dónde vas?— pregunto.
—Voy a salir— dice antes de darme un beso en la cabeza— ¿Te molestaría quedarte con Ric? Será solo un momento...
—No me molesta.
Ella sonríe, y vuelve a besar mi cabeza antes de irse.
—¿Tienes hambre?— dice Ric levantándose en dirección a la cocina.
Entonces, una idea me viene a la cabeza...
—En realidad... Tengo ganas de salir— desde la muerte de mis padres me la he pasado encerrada en el apartamento, ni siquiera me había presentado a mis clases.
Ric me mira algo sorprendido— ¿A dónde quieres ir?
—Hay un lugar...— ¿Por qué me siento como si le estuviera pidiendo una cita?—... al que solía ir con mis padres... A los bolos.
Media hora después llegamos al lugar, y después de registramos, nos entregan los zapatos para jugar. En el lugar no hay mucha gente debido a que es día de semana, así que no tenemos problema en encontrar una línea.
—¿Eres buena jugando?— me pregunta.
—¿Eres bueno perdiendo?
Él suelta una risa, y me pasa una bola— Las damas primero.
Su mirada retadora delata que lo está haciendo para ver qué tan bien juego. Tomo la bola, y me dirijo al centro de la pista, doblo un poco las rodillas y balanceo ligeramente el brazo hacia atrás, pero antes de que pueda soltar la bola, siento una mano en mi abdomen y otra en mi espalda.
—Espalda recta— su voz suena detrás de mí, y su cercanía hace que casi suelte la bola— y hombros centrados— coloca sus manos en mis hombros corrigiendo la postura.
Me siento como una estúpida porque todas esas cosas yo las sé, pero, por alguna razón, mi cerebro decidió olvidarlas justo ahora.
—Se jugar, Ric— digo molesta por mi estupidez.
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Rastros de Sangre
ActionLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...