Capitulo 30

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Diego me avisa que tengo que presentarme en el hospital, así que, después de hablar con mi hermana, me dirijo al mismo, y él me espera en la entrada.

—Reaccionó— me dice sonriendo a penas llego— El imbécil que sacaron de la mansión en llamas, reaccionó.

—¿Y será que quiera hablar?— pregunto contagiándome de su emoción.

—Me imagino que sí— dice encogiéndose de hombros—Debe estar tan enojado por la traición de los Dark Wolves, que va a querer delatarlos.

—¿Y bien? ¿qué estás esperando?— pregunto.

—A ti— frunzo el ceño— Leandro sugirió que tienes habilidades de persuasión.

Eso me sorprende, pero no digo nada. Sigo a Diego hasta la habitación dónde está el hombre. Tiene algunas quemaduras que se ven bastante serias, pero nada que le impida hablar.

—Orlando Luca.— habla Diego— ¿Cómo te sientes?

Él ignora la pregunta, y me mira— ¿Tú quién eres?

—Una capitán de la marina.— lo miro de arriba a abajo sin disimular— Que mal te dejaron los Dark Wolves.

Él aprieta la mandíbula— El actual jefe es un hijo de puta.

—Definitivamente. Mira que citarlos ahí como carnada, solo para deshacerse de ustedes...— su mirada se llena de rabia.

—Se llama Darren— suelta— Darren Ferrara. Tiene veinticuatro años, talvez, y puedo hacer un retrato hablado.

Volteo a ver a Diego, y su rostro es una mezcla entre satisfacción y preocupación.

—¿Trabaja con otras mafias?— pregunta Diego. Él hombre se queda callado, y entiendo que la pregunta estuvo mal formulada.

—¿Tienes alguna idea de quiénes estuvieron de acuerdo para explotarlos en esa mansión— pregunto.

Él se queda en silencio, pero después de unos segundos, habla— No sé. Darren es muy desconfiado, solo da órdenes. Pero ha estado trabajando con Le Ragni— Confiesa— Es otra mafia que está podrida de contactos, tienen comprados a todos. Los Dark Wolves trabajan con ellos. Ellos ponen las rutas, y Le Ragni los contactos.

—¿Sabes cuáles son esas rutas?— pregunta Diego.

—Solo me sé algunas que usa Le Ragni.

Eso no es suficiente, necesitamos algunas de los Dark Wolves— Entonces, ¿el jefe de Le Ragni pudo contribuir a qué los mataran?— él asiente— ¿Por qué?

—Ese hombre es un misterio. Le llaman Goliat, y muy pocas personas le conocen la cara— hace una mueca cuando trata de acomodarse— No soy una de esas personas. Oswald Villa y Pedro Cirrillo sí. Ellos son su fuerza bruta e intelectual, siempre como malditos perros esperando sus órdenes— él parece recordar algo— Aunque entre los más cercanos se rumora que hay una cabeza detrás de él, pero no es nada confirmado...

Ni siquiera es necesario seguir preguntando, porque el hombre empieza a soltar información sin parar. Integrantes, rutas, contactos, modus operandi... hasta ofrece retratos hablados de varios. Al cabo de varias horas, una enfermera entra, y dice que tienen que hacerle unos exámenes, así que tenemos que pausar el interrogatorio por hoy.

—¿Sería prudente enseñarle toda esta información al noble Bridge ahora?— pregunto cuando salimos de la habitación.

—Sí,— contesta— aunque creo que estaba haciendo unos trámites del hospital con Mónica... Podríamos esperarlo aquí.

Rastros de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora