Después de dos tediosas semanas de arreglar papeles para mí traslado a la marina de Italia, Richetti me avisa que me debo presentar a primera hora para empezar mis labores en el cuerpo de infantería. Él nos ha ayudado mucho a mi Bianca y a mí, nos consiguió un piso en el mismo edificio donde él vive, mientras nos entregan la casa que era de mis padres. Me ayudó con el papeleo correspondiente a mi traslado, y me recomendó para el caso de mis padres, que quedó bajo jurisdicción de la marina.
—¿Quieres que salgamos a desayunar antes de que me vaya?— Le pregunto a mi hermana.
—No— me responde Bianca sin dejar de ver la televisión— No tengo hambre.
Lo de mis padres, obviamente, ha sido un gran golpe para ambas, pero Bianca vivió el asalto y los vio muertos antes que nadie, por eso trato de ser muy paciente y comprensiva.
—¿Qué pasará con las empresas de mi papá?— Me pregunta.
Me quedo pensando unos segundos— He pensado que podría delegar a alguien que se encargue de eso.
Ella me mira desde el sillón— ¿A quién?
—He pensado en Matteo.
—¿Matteo?— Pregunta disgustada.
Matteo era la mano derecha de mi padre, la persona de su empresa en la que más confiaba— Creo que puede hacerlo bien.
Se encoge de hombros— Si tu confías en él... Pero no me gustaría que la empresa cayera en manos ajenas.
—Matteo no son manos ajenas.
Tocan la puerta, y damos por terminada la conversación. Sonrío al abrir la puerta y encontrarme a Richetti sosteniendo tres bolsas de comida.
—Les traje el desayuno.
—Pasa— Le digo.
Él entra y saluda a Bianca, quien le devuelve el saludo, y a pesar de haber dicho que no tenía hambre, come de lo que Richetti trajo. Después de comer, Richetti y yo nos vamos a la base, dónde me presenta al que será mi jefe inmediato. El comodoro Dante Mancini.
—Esta es su oficina, capitán. Los operativos de los que se encargará ya están sobre su escritorio, al igual que sus asignaciones.
El comodoro se va y me deja revisando los operativos y algunos casos que, en su mayoría son cruces ilegales a las aguas italianas, que son remitidos a migración y extranjería. Dos horas después, alguien toca la puerta, y seguidamente entra Richetti.
—Te tengo malas noticias— Dice mientras se sienta en la silla frente a mi escritorio. Lo miro expectante; él pone un sobre encima de la mesa, invitándome a que lo lea. Lo abro y lo leo— El almirante Bridge no aprobó que entraras al caso.
Aprieto mi mandíbula leyendo su respuesta a la recomendación que hizo Richetti— ¿"... Considero que la capitán Benedetti no cuenta con las condiciones, físicas y mentales, necesarias para llevar a cabo dicha operación. Sugiero su inmediata reubicación..."?. No lo he visto aún, ¿Cómo sabe que no tengo las condiciones físicas y mentales necesarias para cumplir la misión?
—Talvez sea porque el caso te involucra personalmente— Trata de entenderlo— Pero siempre puedes hablar con él, y talvez, hablando en persona se de cuenta que tienes capacidad.
—Richetti, dijo "... Estoy convencido de la incapacidad de la capitán Benedetti para realizar exitosamente la operación..."— Digo leyendo lo que puso en el documento.
—Bea, creo no pierdes nada hablando con él— Se encoge de hombros.
—Tu lo conoces, ¿Es una persona flexible?

ESTÁS LEYENDO
Rastros de Sangre
AçãoLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...