Capitulo 39

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Por supuesto que Carina se negó. Fue un "No" bastante rotundo. Sin embargo, tal como me lo prometió, Matteo no le dejó otra salida, cuando la amenazó con la cantidad de dinero que recibe mensualmente en nombre de su hijo. Carina dijo que nos llevaría a juicio, y Matteo le recordó que ningún juez prohibiría que conociera a mi medio hermano. Finalmente, después de una discusión bastante extensa, no tuvo más alternativa.

—No quiero que manipules a mi hijo— me advierte.

—No es esa mi intención.

—No, tu intención es cubrir la soledad que te dejó la muerte de tu hermana.

—Carina.— la frena Matteo.

—No estoy equivocada.— me enfrenta— De seguir viva Bianca, jamás te hubieras interesado en conocer a mi hijo.

—Eso no es verdad— me defiendo— Tanto Bianca como yo teníamos interés en conocerlo.

—Por favor...— me dice con ironía— Lo vi en tus ojos. El día que te enteraste de nuestra existencia, vi el enojo y el desprecio en tu mirada, y lo despreciaste aun más por saber que era el varón que tu papá siempre quiso.

—Es suficiente— Matteo se interpone entre nosotras— Por supuesto que se iba a enojar, ¿Qué esperabas?— la enfrenta— Y sin importar lo que digas, Beatrice va a conocer a su hermano, así que deja de hacer más difícil la situación.

Carina aprieta la mandíbula, mientras nos mira con enojo. Puedo entender su preocupación, pero está tan equivocada. Nunca desprecié a su hijo. Sí fue una sorpresa saber que existía, y me molestó en su momento, pero no la existencia de él, sino la traición de mi papá. Me dolió la doble vida que llevaba, y el engaño hacia mi mamá. Pero el hijo de Carina no tenía la culpa de nada.

—Entremos— suelta finalmente, de mala gana.

Carina abre la puerta de la casa, haciéndose a un lado para dejarnos pasar. El corazón comienza a latirme en el pecho, mientras trato de armarme de valor. Existen tantas posibilidades. Puede despreciarme, puede querer conocerme, puede que no me soporte, o puede ser que yo no lo soporte a él... Tomo una respiración profunda, antes de cruzar el marco de la puerta.

—Está en la sala.

La casa es bonita. Está decorada con flores, y cuadros pintorescos. Puedo visualizar la sala al final del pasillo, y comienzo a avanzar, sintiéndome nerviosa. De pronto, extraño la presencia de Ric. Cuando cruzo el umbral de la habitación, encuentro a un adolescente de ojos verdes, y cabello castaño, cuyo rostro ya había visto antes. ¿Dónde...?

Entonces, lo recuerdo— Bruno.

Él se pone de pie, mientras me sonríe levemente— Hola, Beatrice.

—¿Se conocían?— interviene su madre— ¿Cómo?

—Carina, yo creo que los deberíamos dejar solos— habla Matteo.

Ella niega, pero Bruno la mira, mientras asiente— Está bien, mamá.

Carina lo mira queriendo refutar, pero finalmente se va, con Matteo detrás de ella, dejándonos solos. Cuando vuelvo a verlo, me pregunto como no note el parecido antes. Sus ojos son iguales a los de Bianca, y los míos, y sus facciones también tienen un ligero aire a las de los Benedetti, lo único diferente es el cabello. Él lo tiene una tonalidad más oscura.

—¿Quieres sentarte?— me ofrece.

Me siento en el sillón en el que el estaba, y él se ubica a mi lado. A pesar del parecido, y de no tener duda alguna de que es hijo de mi papá, siento que estoy frente a un desconocido. Y lo es. Aunque sea mi hermano, no conozco nada de él.

Rastros de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora