Rastros de Sangre

Capitulo 32

Alessandro Bridge.

—No puedo creer que aún no se lo hayas dicho— me recrimina Sofía.

Mi prima decidió venir a buscarme hasta la base, solo para reprocharme el favor que le debo. Diego, qué está sentado a mi lado, la mira con curiosidad, pero se mantiene en silencio. Suspiro, y me froto las sienes. La cafetería de la base se encuentra completamente vacía, al ser menos de las ocho de la mañana.

—No sé si recuerdas, pero hace un mes trataron de matarme.

—Y yo te pedí este favor hace mes y medio.

Sofía puede llegar a ser tan irritante a veces.

—¿De qué favor hablan?— interviene Diego.

Ella y yo nos miramos, pero finalmente soy yo quién se lo dice— Quiere salir contigo.

Mi amigo suelta una carcajada, pensando que estoy bromeando, pero cuando ninguno de los dos se ríe, su risa se detiene— ¿Qué? ¿es en serio?

Sofia asiente— Quiero que tengamos varias citas.

—¿Por qué?— pregunta con evidente desconcierto.

—¿Cómo qué por qué, Diego?— ella le responde con obviedad.

—Sof... eres muy bonita, y cualquier hombre estaría fascinado de salir contigo, pero... A mí ya me gusta alguien, lo siento.

No puedo evitar rodar los ojos— Díselo, Sofía.

—¿Qué? No.

—Díselo o no va a aceptar— le advierto.

Diego nos mira confundido, y ella terminando bufando con resignación— Necesito que salgas conmigo para... llamar la atención de Liam.

Sofía es la persona más egocéntrica, y narcisista que conozco, está acostumbrada a ser ella quién decline ofertas, y obtener siempre a quién quiere, y al interesarse en Liam Becker, alguien narcisista, egocéntrico y coqueto, completamente igual a ella, en lugar de decírselo como una persona normal, prefiere hacer lo que todo el mundo haría para llamar su atención. Invitar a salir a su amigo.

—¿De Becker?— pregunta mi amigo, y la pelirroja solo asiente— ¿Y por qué yo?

—¡Por qué ustedes dos se llevan bien!

—No entiendo en qué cabeza eso puede tener el más mínimo sentido,— hablo— es absurdo.

—Por favor, Diego...— Sofía me ignora, y pone ese tono de voz y expresión que siempre utiliza cuando quiere manipular a alguien.

Pero, a pesar de la desesperación de ella, Diego niega— Lo siento, Sof. Cómo te dije, me gusta alguien, y no me gustaría que vaya a pensar mal...

—No creo siquiera que a Juliette le importe— digo para molestarlo, a lo que él, olvidándose de que me sigo recuperando, me suelta un codazo en las costillas— ¡Auch!

—¡Igh! Cretino, lo siento— se disculpa apresuradamente, pero es tarde. Una asquerosa punzada me saca el aire, y me hace soltar otro jadeo.

—Espera, ¿te gusta la hija del primer ministro?— le pregunta Sofía.

—Juliette Falco— la corrige.

—Diego, podemos matar dos pájaros de un tiro.— suelta emocionada— Escucha, podemos tener una cita, así yo llamo la atención de Liam, y tú descubres si a Juliette le interesas— le propone— Incluso, si tú le dices a Liam que soy maravillosa, yo puedo decirle a Juliette lo increíble que eres, y comentarle que no estás interesado en mí, para que ella no vaya a perder interés en ti...— vuelve a poner esa sonrisa que utiliza, desde que era una niña, para manejar a todos, y tengo que admitir que me sorprenden sus habilidades de manipulación— dime que sí, Diego, por favor.