Capitulo 25

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Entro a la casa sintiendo un peso enorme sobre mi espalda. Planeo darme un baño rápido y luego terminar el informe, lo más detallado posible. Me dirijo a las escaleras, y entonces, veo a Ric bajar rápidamente como si estuviera escapando de alguien, solo eso es extraño, pero todo se vuelve aún más extraño cuando mi hermana aparece detrás de él, y parece que estaban discutiendo.

Ellos dos se llevan muy bien, ¿Por qué discutirían?

Apenas Ric llega al pie de la escalera nota mi presencia y se congela, haciendo que Bianca, quien está a mitad de las escaleras, también se detenga.

—¿Todo bien?— pregunto al ver la cara de susto de ambos.

Ric se queda en silencio, y es mi hermana quién responde— Sí. Qué bueno que llegaste— termina de bajar las escaleras sonriendo tensa— ¿Estás bien? Me enteré lo que pasó ayer.

Puedo notar que está nerviosa. Ric solo se da la vuelta, y, sin dirigirme la palabra, desaparece por la cocina.

—Sí, estoy bien. Perdóname, no pude venir anoche— me disculpo.

—No te preocupes, lo entiendo— dice pasando sus dedos entre su cabello desordenado. Luce como si se acabara de levantar. Cabello alborotado, cara lavada, y labios hinchados.

—Me voy a dar un baño, dile a Ric que me espere en sala, por favor.

—Claro.

Su sonrisa es de estrés puro, y me veo en la necesidad de preguntar— ¿Estás bien?

Puedo sentir sus nervios, a pesar de que los disimula muy bien. Lo más probable es que haya discutido con Ric.

—Sí.

—Parece que vas a estallar. ¿Pasó algo con Ric?— la pregunta no la mueve ni un poco, y si no fuera mi hermana, hasta diría que solo estoy paranoica.

—No, es solo que estoy en medio de un proyecto en el liceo, y estoy muy estresada por eso— Dice tranquilamente— Por cierto, hoy vendrá un compañero para terminar el proyecto.

Suspiro— Si paso algo puedes decírmelo...

—Lo sé, Bea.

—Está bien— trato de no presionarla— Dile a Ric lo que te pedí, por favor.

Ella asiente, y yo subo a mi habitación, para meterme al baño. Me estoy sacando la ropa, cuando mi atención cae sobre la cura en mi muñeca.

—¿Te lastimaste en el operativo?

—Me rebotó una bala.

Suelto un suspiro y dejo que el agua moje mi cabeza, en un intento de aliviar el dolor en la nuca que traigo. Acabo de terminar el peritaje en el lugar del accidente, lo cuál no tomó mucho, pues es lo dicho. Al auto se le salió una llanta y se desvío de la carretera. Lo más relevante está en los vídeos de las cámaras de la mansión, que aún debo revisar antes de entregar el informe. Aún se me hace increíble que esto haya pasado. El estómago se me revuelve, con la duda de cómo estará, y más le vale estar bien, y mejorarse.

Salgo del baño, y me pongo ropa cómoda. Tomo todo lo que necesito para trabajar en el informe, y bajo a la sala. Encuentro a mi hermana en el sillón, junto a un muchacho de su edad. Cuando ella levanta la mirada, y me ve, sonríe.

—Bruno— se dirige al muchacho— Te presento a Beatrice, mi hermana. Beatrice— se dirige a mí— Él es Bruno, un compañero de clases.

El chico levanta la vista del cuaderno que sostiene entre sus manos y sus ojos verdes chocan con los míos, mientras sonríe.

Rastros de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora