Veo el poste de contención abollado por lo que, probablemente, sea el golpe que pegó la camioneta antes de caer por el barranco. Hace aproximadamente quince minutos se llevaron a Alessandro al hospital general de la nobleza. El auto fue encontrado entre dos riscos, lo que complicaba sacarlo, así que despegaron la puerta y lo extrajeron del coche. Pasó casi una hora ahí, lo que complicó demasiado su estado de salud.
—Me voy al hospital— le digo a Beatrice— Te quedas a cargo de esto.
—¿Ya saben que fue lo que pasó?— Pregunta. Noto la preocupación en su voz a pesar de la serenidad que mantiene en su rostro.
—Revisamos el circuito de seguridad del auto, y parece que le aflojaron la llanta—le comento— Están revisando las cámaras de la mansión Bridge.
Y puedo ver cómo comprende todo— Lo de ayer fue una cortina de humo.
Asiento— Sacaron a seis equipos de seguridad de golpe, y aprovecharon para sabotearle el auto.
En la explosión de ayer, cuando se creyó que él estaba adentro, le mandaron dos equipos de gente armada para cuidarlo, así mismo a Mónica y a Leandro, lo que dejó vulnerable la mansión. Todo estaba malditamente planeado por ese hijo de puta.
—Fue Darren— suelta de repente.
—¿Qué sabes de Darren?— pregunto sorprendido y extrañado de que sepa que fue él.
Ella me mira fijamente— Fue el responsable de lo que pasó ayer, un hombre se lo dijo al almirante.
—¿Tú lo escuchaste?— asiente. Mierda. Mierda— No lo repitas, Beatrice.
—¿Qué?— dice con desconcierto.
—Escucha,— le digo firme—como repitas lo que acabas de decir, puedes acarrearte muchos problemas.
No puedo decirle los motivos por los cuales no puede hablar de Darren, pero tampoco puedo dejar que repita que él es el culpable porque si Mónica la escucha, la mata.
—Me voy al hospital— vuelvo a hablar— En cuánto acabe el peritaje, necesito que vayas y me entregues el informe detallado.
Asiente, y me voy de ahí. La punzada que tengo en el cuello aumenta. Al entrar al hospital, inmediatamente puedo sentir el aire denso y la cabeza me vuelve a zumbar. Me dirijo al piso de los Bridge, y veo a Leandro en la sala de espera, parece que le dará un infarto en cualquier momento, mientras camina de un lado a otro por el lugar. Solo cuando se dirige a su hija, noto la presencia de Mónica en el lugar. Se me revuelve el estómago cuando veo que su máscara de frialdad sigue intacta, incluso cuando su hijo está en una sala de hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. No sé bien qué, ni cuánto tiempo pasa, pero aparece un médico y se detiene frente al noble. La incertidumbre me tiene mareado, y a punto de vomitar.
—No le traigo buenas noticias...— confiesa— Su estado es delicado. Traía tres costillas rotas, y llegó con un paro respiratorio por una lesión pulmonar, por lo que tuvimos que entubarlo.
—¿No está respirando?— pregunta Mónica.
—Por sí solo, no. Y, aunque ya le suministramos un tratamiento, todavía no está estable... Les recomiendo que estén preparados para lo peor...
Mierda... La sala entera se queda en un denso silencio, y esas palabras me asfixian. Inevitablemente, empiezo a pensar en todo el tiempo que perdimos buscándolo y como eso complica su situación.
—No, se va a recuperar— declara el noble.
Él médico suelta un suspiro— Perdió mucha sangre, así que le haremos una transfusión de emergencia.— el hospital cuenta con su propio banco de sangre, por lo que eso no representa un problema— Recomiendo que sus familiares pasen a verlo...
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Rastros de Sangre
AcciónLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...