Camino por el último piso del edificio, con Ric detrás de mí. El corazón me late rápidamente, y tal vez sea una tontería, pero quiero gastar mi último voto de confianza. Me detengo frente a la puerta de la oficina presidencial, sintiendo la mirada de la secretaria de Matteo, quién ni si siquiera intenta detenerme. Tomo una respiración profunda, antes de girar la perilla y entrar.
—Bombón,— sonríe a penas me ve. Me da esa sonrisa que muchas veces me tranquilizó. Se levanta y se acerca a mí tratando de abrazarme— qué bueno verte.
Me aparto y esquivo su abrazo, mientras escucho a Ric echarle seguro a la puerta.
—No es una visita de cortesía, Matteo.— pongo con brusquedad los documentos en su escritorio para que los vea— Vine a qué me expliques que, demonios, significa esto.
Él luce completamente confundido por mi actitud, pero se inclina sobre el escritorio y toma los documentos para ver de qué estoy hablando. A medida que los lee, su rostro se va llenando de comprensión y hasta lo veo palidecer. En ese momento, es como si todo lo que no había querido aceptar, se confirmara. La decepción empieza a pesar, y no puedo creer que él sea capaz de hacer algo así. Él vuelve a rodear el escritorio creando distancia, y tratando de mantenerse calmado.
—Es una cuenta de ahorros...
—No mientas— lo interrumpe Ric— Investigué esa cuenta, y fue abierta hace seis meses, y en ese tiempo has sacado más dinero del que ganas en un año.
—¿Le estás robando a la empresa?— le pregunto directamente.
Su rostro cambia radicalmente, y es como si lo acabara de insultar— ¿Qué?
—¡Que si le estás robando a la empresa, Mateo!— repito duramente.
—¿Cómo puedes preguntarme eso, Beatrice?— me dice indignado— ¡Me conoces desde que éramos niños! ¡¿Cómo...?!
—¡Entonces quiero la verdad!— digo estampando las manos contra el escritorio— Y te juro que si sueltes una mentira más, no va a ser a mí a quién tendrás que darle explicaciones, será a un comodoro de la marina, en una sala de interrogatorios.
Su rostro es de incredulidad completa, y no soporto que me vea con reproche, como si lo hubiera insultado. Sin embargo, parece entender que no estoy jugando, y no es capaz de sostenerme la mirada.
—Beatrice...— su voz suena suplicante, entonces Ric se para junto a mí. La mirada de Matteo va de él a mí un par de veces, y puedo ver como se siente acorralado— Bien.— dice después de varios segundos— ¿Quieres la verdad?— me encara— La verdad es que ese dinero sí sale de las empresas,— admite— pero no es para mí.
—Ay, por favor...— suelta Ric con ironía.
—Ese dinero lo saco mes a mes por instrucciones que dejó tu propio padre— él vuelve a rodear el escritorio y me giro para quedar frente a él cuando se para a mi lado— ¿Y sabes por qué?— me dice a modo de reto— Por qué Mauro tenía una amante.
A penas las palabras salen de su boca, la oficina se queda en silencio, y me toma un par de segundos entender lo que dijo— ¿Qué?
—Eso es mentira— argumenta Ric— Mauro amaba a Caroline, jamás le hubiera sido infiel.
Mateo se ríe con sarcasmo— Sí, Mauro amaba a Caroline, pero Caroline no lo amaba a él— dice duramente— Siempre lo despreció, y eso lo llevó a buscarse una amante, a alguien que sí lo quisiera.
—¿Qué?— suelto cayendo en cuenta de por dónde va esta conversación— ¿Estás hablando en serio?— él solo asiente fríamente — No es verdad, ¿Me estás jodiendo?— le reprocho— ¿"Alguien que sí lo quisiera"?— repito furiosa— ¡Mi mamá lo amaba!
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Rastros de Sangre
AksiyonLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...