Cuando abro los ojos, como de costumbre, mi hermana ya no está. Ella siempre se tiene que levantar temprano para ir a trabajar, y no es que yo me levante súper tarde, pero sí me gusta dormir. Estiro los brazos y las piernas entre las sábanas, y me froto los ojos, para finalmente levantarme.
El sabor del aliento mañanero me agria la boca, así que lo primero que hago es dirigirme al baño para cepillarme los dientes. Aún no entiendo cómo es que cuando besé a Ric no le dieron ganas de vomitar, aunque una sonrisa boba se forma en mi rostro al recordarlo. Termino de cepillarme, y me enjuago la boca, para después salir del cuarto. La casa está sola, así que me prepararé un pan con mantequilla, para no quemar la casa, y luego me pondré a hacer tareas.
A penas bajo las escaleras, escucho ruidos en la cocina. Se supone que, a parte de los guardias, solo estoy yo, así que me resulta extraño. Sin embargo, cuando llego a la cocina, me encuentro a Ric, con todo el desayunador abarrotado de comida, y juro que quiero saltar de la felicidad.
—Buenos días— lo saludo. Él se gira, y sonríe al verme.
—Hey, ¿cómo dormiste?
Sin ti.
—Bien— me abstengo de soltar mis pensamientos bochornosos.
—Preparé el desayuno. Hice huevos revueltos, enteros y omelettes porque tú nunca te decides cuál comer, así que puedes escoger, o comerlos los tres— dice encogiéndose de hombros.
—¡Ay!,— exclamo— juro que podría besarte ahora mismo.
—¿Y por qué no lo haces?— dice con una pequeña sonrisa juguetona.
No me lo tiene que decir dos veces. Termino de acercarme a él, y me guindo de su cuello, para unir nuestros labios. A pesar de que ya nos hemos besado varias veces, y de muchas formas, siempre se siente igual de bien que la primera vez. El cosquilleo en mi estómago se hace presente, y de pronto me siento en las nubes. Sus labios son suaves, pero sus movimientos fuertes. Su lengua lame mis labios buscando acceso a mi boca, hasta que finalmente me saborea.
—Mhm... te lavaste los dientes...— murmura en medio del beso.
Suelto un sonido nasal como afirmación, y continúo besándolo. Eventualmente, terminamos separándonos para poder comer. Nos sentamos en el comedor, y comienzo a tomar un poco de todo lo que cocinó.
—Pensé que estabas en la oficina— le digo mientras pico mi omelette.
—No, no tengo trabajo en la oficina, así que me tomé el día— dice sonriendo.
—Que bueno— le respondo de la misma forma.
Terminamos de comer, y maldigo haber dejado mis tareas para hoy, porque ahora quiero estar con Ric. Bueno, ni modo. Las haré mañana. Pasamos el resto del día viendo películas en el cuarto de Ric, y, hasta que el sol empieza a ocultarse, a mí me comienza a doler la cabeza por estar casi todo el día frente al televisor.
—Ric, ya me aburrí,— me remuevo entre sus brazos— además, mi hermana no debe tardar en llegar.
—No te preocupes por eso. Me mandó un mensaje diciendo que llegaría algo tarde,— dice apagando el televisor— así que tenemos tiempo.— él me mira desde arriba, y sus ojos cafés brillan por el reflejo de las luces. Dios, quiero besarlo...— Podríamos preparar la cena.
—Mjm— asiento.
Me impulso con las piernas para dejar un suave beso en sus labios, a lo que él sonríe, y me toma de la nuca, jalando mi cabello hacia atrás, para tomar posesión de mi boca. Pongo mis manos a ambos lados de su rostro, mientras él mantiene las suyas bajo mi camisa, calentando mi estómago. Esa sensación de vértigo se instala en mi estómago, y no quiero separarme, me encuentro a mi misma queriendo más, y moviéndome más cerca de su cuerpo.
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Rastros de Sangre
AcciónLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...