Capitulo 10

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Alessandro Bridge.

La atraigo nuevamente hacia mí, sin querer dejar de besarla. Saboreo sus labios, y sus manos jalan mi cabello. El deseo acumulado me está pasando factura, y quiero arrancarle la ropa, y chupar cada parte de su cuerpo como un maldito demente. Muevo mi mano, buscando el cierre de su pantalón, y cuando lo encuentro, lo desabrocho para meter mi mano y tocarla por encima de sus bragas. Puedo sentir la humedad a través de la tela, y eso provoca un calentón delicioso en mi miembro.

-Espera- me aparto sin sacar mi mano de su pantalón- ¿Estás segura de que quieres hacer esto?- Beatrice me mira confundida, pero asiente, solo entonces me permito mover mis dedos en su entrepierna.

-¿Quién lo diría? Resultaste ser todo un caballero- dice sarcástica.

Estoy tan concentrado frotando mis dedos contra la tela, que la ignoro. Beatrice gime en mi boca, y yo quiero seguir escuchándola, así que hago a un lado sus bragas, y la toco directamente.

-Almirante...- jadea ante el contacto directo.

El que me llame así hace que se me ponga más dura. Ella empieza a besar mi mandíbula y cuello, dónde muerde y a chupa a su antojo. Está tan mojada que uno de mis dedos resbala hasta su interior, haciéndola gemir, está vez más fuerte. Al sentir la humedad y el calor que rodea mis dedos, solo puedo imaginar lo bien que se sentirá cuando tenga mi pene dentro de ella. Beatrice empieza a menear sus caderas encima de mis dedos, mientras comienza a sacar mi camisa. Saco mis dedos de su vagina, solo para sacarme la camiseta. Cuando mi torso queda descubierto, sus ojos verdes brillan mientras lo admira y pasea sus manos por el.

Una sonrisa egocéntrica se forma en mi cara. Recuerdo lo ofendido que me sentí cuando ella me vio en toalla y ni se inmutó. Es decir, estaba viendo un abdomen perfecto, ¿Cómo podía resistirse a mirarlo? Y verla ahora, con sus ojos verdes cargados de lujuria mientras no puede apartar la vista de mí, definitivamente es un deleite. Mis manos suben su camiseta hasta por encima de sus pechos, y desabrocho su sostén rápidamente, cuando sus pechos quedan frente a mi rostro, mi boca se hace agua.

-Joder, Capitán.

Sus pezones me llaman a gritos, y siento como mi pene empieza a palpitar. Paso un brazo detrás de su cintura para atraerla hacia mí, y me llevo uno de sus pechos a la boca, paso mi lengua alrededor de sus tetas, mientras mi mano vuelve a su entrepierna. Está mucho más mojada que antes. Vuelvo a meter mis dedos en su coño, mientras masajeo su clítoris con mi pulgar, y succionó el tumulto de carne. Beatrice se sostiene de mis hombros, mientras me entierra sus uñas.

Y es que luce tan malditamente caliente mientras gime, y cierra los ojos disfrutando de mi lengua y mis dedos, que podría tener un orgasmo con tan solo verla. Aumento el ritmo de mis dedos, y paso mi boca a su otro pecho, mordiendo y lamiéndolo como he querido hacer desde que la vi en ropa interior. Siento como me restriega más los pechos en mi cara, mientras presiona su agarre en mis hombros, así que acelero mi pulgar sobre su clítoris, y jalo entre mis dientes sus pezones. Sus paredes se tensan alrededor de mis dedos, y me los empapan, mientras se corre en mi mano.

Dejo de besar sus pechos, y la miro directo a los ojos. Está tratando de recuperar el aliento, su pecho sube y baja rápidamente, y tiene los labios rojos e hinchados. Saco mi mano de su entrepierna, y me llevo los dedos a la boca, chupando sus fluidos, sus ojos miran con morbo todos mi movimientos, y su sabor me deja con ganas de bajar y lamerla toda.

Beatrice abre la boca para decir algo, pero un ruido en la cubierta del yate, nos pone en alerta. Ella se levanta como un resorte y lo primero que hace es acomodarse la camiseta, maldigo en voz baja, pero hago lo mismo y abrocho mis pantalones rápidamente.

Rastros de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora