Puedo sentir su respiración acelerarse producto de mis palabras. No es un secreto que él me gusta demasiado, y justo ahora, quiero concentrarme en esto. En estas ganas irracionales de querer estar con él. Paso una de mis piernas sobre su cuerpo, para sentarme a ahorcadas sobre él.—¿Estás segura?— siento sus manos en mis piernas descubiertas, y sé que el desea esto tanto como yo.
—Sí.
Solo entonces, me besa. Sus labios se mueven casi con desesperación sobre los míos, mientras su lengua se cuela en mi boca. Acaricio su espalda desnuda, mientras lo siento presionarme contra él, para después colar sus manos entre mi fina camisa de seda, y alcanzar mis pechos. Sus manos acarician mis senos, y después los aprieta. Cuando comienza a jugar con mis pezones, jadeo en su boca, y me arqueo hacia él. Mi entrepierna responde rápidamente al estímulo, y puedo sentir la humedad crecer, mientras mi estómago se aprieta en deseo. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que estuvimos juntos, y la abstinencia me está pasando factura.
Alessandro muerde mi labio inferior, y se aparta solo para sacarme la camisa. En cuanto mis pechos quedan a la vista, él se los lleva a la boca. Su húmeda lengua lame mi piel, y deja suaves besos alrededor de mis pezones, antes de metérselos en la boca. Cuando el calor de su boca los envuelve, un fuerte gemido deja mis labios, y tengo que sujetarme de su cabello. Se siente bien. Él lame y acaricia la punta, hasta que mis pezones se aprietan dolorosamente. Muy bien. Sin embargo, el recuerdo de su lengua en otra parte me está matando.
—Alessandro...— jadeo— ¿Podemos repetir... Lo que hicimos la última vez en tu apartamento?
Él libera mi pezón con un húmedo sonido, y vuelve a mirarme.
—¿Lo de dejarme duro?— dice levantando una ceja, divertido— No.
Sacudo la cabeza— Antes de eso...
Su mirada arde en deseo, mientras se relame los labios, y una de sus manos ahueca mi mejilla.
—¿Te importaría sentarte en mi cara, esta vez...?— su voz está considerablemente más ronca, mientras acaricia mi rostro— Por que me encantaría darte placer mientras montas mi lengua.
Sus palabras envían un escalofrío por mi cuerpo. Él no se mueve hasta que asiento en completo silencio. Alessandro me toma de los muslos para ponerme de pie, y se queda al borde de la cama, mientras me baja el short de pijama. Echo la cabeza hacia atrás cuando él acerca su nariz a mi entrepierna, y comienza a hacerme cosquillas con su respiración.
—Mierda... Hueles delicioso.
Siento como baja mi ropa interior, hasta sacarla de mis piernas, junto a mis shorts. Quedo completamente desnuda frente a él, mientras él se toma un par de segundos para mirarme. Sus ojos recorren mis pechos, bajan por mi cintura, hasta detenerse en mi centro. Lleva una de sus manos a su bóxer, para acariciarse, mientras pasa su dedo índice lentamente por mi hendidura. Mis muslos tiemblan por la imagen tan erótica que me está dando. Hace esto un par de veces, antes de llevarse el mismo dedo a la boca y chupar mis fluidos.
Sus ojos vuelven a los míos— Ven acá.
Alessandro se acuesta en la cama, y con el corazón en la garganta, coloco mis rodillas a los lados de su cabeza. Él me toma de las caderas hasta que siento su lengua lamer la piel de mis muslos, y después morder, haciéndome suspirar. Finalmente, siento sus labios en mi centro. Alessandro succiona mis pliegues, y reparte besos a lo largo de mi abertura, antes de presionar su lengua contra mí. Gimo, y me sujeto de su cabello, mientras él hace círculos, y aplica la presión justa sobre mi sexo. Comienzo a mover las caderas, de adelante hacia atrás, frotando mi clítoris contra su nariz, mientras su lengua acaricia mi entrada.
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Rastros de Sangre
AcciónLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...