Bianca Benedetti.
"Ganador: Jugador 1"
Le volví a ganar a Franco— ¿Seguro que no me estás dejando ganar?— me quejo.
—Demonios, juro que de verdad me estoy esforzando, señorita— dice apenado.
Entonces, es realmente malo, porque llevamos más de una hora jugando, y no me ha ganado ni una sola vez, y eso que puse un juego de disparar, para darle ventaja, ya que esa es su área. Entonces, la puerta principal se abre, llamando la tención de ambos. Ric entra portando el uniforme de la marina horriblemente sucio. Él se detiene en seco cuando se da cuenta que Franco está sentado en el sillón. Inmediatamente, noto que mi hermana no está con él, y frunzo el ceño. Ric luce como si lo hubieran arrastrado, ¿le habrá pasado algo a mi hermana?
—¿Y mi hermana?— pregunto comenzando a preocuparme por los diferentes escenarios que empiezan a aparecer en mi cabeza.
Su mirada va de Franco a mí un par de veces, antes de responderme— Se tuvo que quedar en la oficina trabajando. Dijo que te verá mañana— su voz se escucha cansada, pero lo que dice me deja un poco más tranquila— ¿No deberías estar dormida? Mañana tienes clase.
—No, mañana es sábado— vuelvo a ver la pantalla para reanudar el juego, preparándome para quedarme despierta toda la noche.
—Bien— responde— Franco, vuelve a tu puesto, inmediatamente.
Franco suspira y deja el mando. Me molesta el tono con el que le habla a Franco, y tampoco quiero darle el gusto de salirse con la suya.
—Franco no te atrevas a levantarte— digo tomando su mano.
Ric da tres pasos hacia nosotros, a modo de reto, y eso es suficiente para Franco quién voltea a verme apenado.
—Señorita, tengo que regresar a trabajar— su mano aparta la mía suavemente y después se levanta y sale de la casa.
Ric se queda de pie como estúpido y solo me molesto más— Estábamos mejor antes de que vinieras.
Mantengo la vista en la pantalla del televisor, evitando mirarlo, entonces, él vuelve a hablar.
—Hoy me explotó una bomba y me quemé el brazo.
Eso llama toda mi atención, y volteo a verlo. Él camina hasta que se deja caer con cansancio en el sillón, junto a mí. Solo entonces, puedo ver unas quemaduras en los bíceps de su brazo izquierdo. Mi enojo se disipa rápidamente, y es reemplazado por preocupación.
—¿Estás bien?— pregunto— ¿Beatrice está bien?
—Sí— dice rápidamente— Beatrice no estaba adentro, ella está bien, no te preocupes.
—¿Y tú?— vuelvo a preguntar.
—Me duele mucho— confiesa con una ligera mueca de dolor.
—Espérame.
El enojo que he estado sintiendo para con él, pasa a segundo plano, y me levanto a buscar el kit de primeros auxilios en la cocina. Cuando regreso con Ric, me dispongo a limpiar sus heridas con alcohol, y después le doy pastillas para el dolor. Cuando termino, él deja caer su cabeza en el respaldo del sofá, y luce bastante cansado.
—Viste que para ser una niña puedo cuidarte bien— digo acomodando las cosas del kit.
—Así que por eso estabas enojada— dice como si hubiera descubierto América.
—Por supuesto, ¿Por qué más sería?
—No sé, pensé que era porque no dejo que Franco se te acerque.

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Rastros de Sangre
ActionLas tragedias pueden ocurrir hasta en las mejores familias, y fue lo que le pasó a los Benedetti. Una noche derrumbó a esa familia perfecta, dejando a Beatrice, una capitán de la marina, deshecha, con una hermana que proteger, y un caso que resolver...