Capitulo 34

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Levanto del suelo el cuadro de nuestra familia, salpicado de tierra y sangre.

—Avisen a los familiares— habla Diego, mientras se llevan el cuerpo de Franco.

Me siento como si tuviera una roca sobre el pecho que me impide respirar bien. Mi casa volvió a mancharse de sangre, y esta vez peligra lo único que me queda. Cuando llegué, y vi el estado de la casa, sentí el miedo entumir mis extremidades, y juro que nunca había sentido tanto pánico como cuando revisaba los cadáveres, temiendo encontrar en rostro de mi hermana. Pero Bianca no estaba entre los cadáveres, y justamente por eso no he perdido la cordura. Mi hermana aún está viva. 

—Beatrice,— me habla Ric— ya están los vídeos, vamos a verlos.

Vuelvo a entrar a la casa, y Diego me espera en la cocina, con un portátil dónde empieza a reproducir las cintas de vídeo del condominio. Sabemos que las tres camionetas que entraron, lograron hacerlo con identificaciones falsas de la marina. Las cámaras reflejan que habían tres más, una en cada entrada, incluyendo la que está en desuso, por la cuál intentaron salir y los agarraron. El vídeo muestra como mataron a Franco, y después como se llevaron a Bianca. 

Ver como ella peleaba para que no se llevaran, rompe la serenidad con la que he tratado de manejar las cosas, y no puedo evitar que las lágrimas se agolpen en mis ojos. Finalmente, la camioneta salió por el noroeste, y se pierde de los vídeos. Pero entonces siento que tengo una pequeña esperanza, por que si la hubieran querido matar, lo hubieran hecho aquí mismo, así que todavía que tengo una oportunidad para rescatarla.

—El recinto de al lado cuenta con cámaras, podemos revisarlas, para darnos una idea de por dónde se fueron...

—No te preocupes por eso.— me interrumpe Diego— Alessandro acaba de mandar los vídeos de todas las cámaras de seguridad de la ciudad. Podemos rastrearlos en toda la zona central.

—Ric, consigue un mapa de la ciudad.

Diego cambia de archivo, y empieza a reproducir los videos del recinto vecino, siguiendo la camioneta. Ric trae el mapa, y comenzamos a trazar la ruta, según las cámaras de vídeo. Eventualmente, salen de la zona urbana, y no tenemos más vídeos de la zona.

—Salen de la carretera en este desvío...— comenta Diego delineando el mapa. Es un camino de tierra en las afueras, casi llegando a la costa— ese camino tiene tres salidas, la del este da al antiguo hospital de la marina, la norte a la bahía, y la oeste a las minas viejas.

—La bahía no puede ser, porque es zona comercial, y está la guardia costera ahí— dice Ric.

—Entonces, ¿el hospital o minas viejas?— pregunta Diego.

—Las minas.— comenta Ric— Desde el último socavón dejó de operar, y está desolado. Es óptimo para un secuestro

Podría tener razón... Sin embargo, también podría estar en el antiguo hospital. Es un edificio abandonado, y en desuso, y en dependencia de lo que que quieran hacer con mi hermana, podría servirles. La cocina se queda en silencio, mientras tratamos de deliberar dónde es más probable que esté mi hermana.

—¿No podríamos hacer un sondeo satelital?— propongo.

—Mmm, sí. Aunque no creo que obtengamos imágenes tan claras de esa zona.

Diego empieza a trabajar en ello, y leo las coordenadas que introduce, de dónde se encuentran el antiguo hospital. Extrañamente, me resultan familiar, y trato de recordar. Finalmente lo hago.

—Diego, esas coordenadas se parecen a unas que dio Orlando Luca...— le digo— si no recuerdo mal, lo único diferente es este dígito...

Diego se hace a un lado, y me permite alterar las coordenadas, que apuntan a las minas. Diego mira la pantalla completamente confundido, al igual que yo. ¿Qué podría tener que ver Le Ragni con mi familia?

Rastros de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora