8. 𝙿𝚊𝚌𝚝𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚎𝚕 𝚍𝚒𝚊𝚋𝚕𝚘

2.3K 284 102
                                    

Había algo extraño en Jade cuando realizaba algunos movimientos. Aunque al principio quise creer que le resultaba interesante e intenté no darle la mayor importancia, habían cosas por las que no estaba seguro si debía de pasar o no. Por ejemplo, aún podía recordar cuando me dijo en el primer polvo que él nunca besaba, pero lo hizo cuando ingresamos en su habitación. También tenía esa mala costumbre de agarrarme de la muñeca, el cuello o la cadera cuando quería que me quedara quieto o para pegarse a mí.

No me gustaba nada. 

Lo extraño llegó cuando él mismo se presentó para llevarme a casa con su propio coche. Al principio me las ingenié para intentar negarme de todas las formas; desde ser amable hasta darle un empujón cuando intentó obligarme. Y gruñó, a lo que tuve que amenazarle que le daría un puñetazo si se iba a tirar toda la noche gruñendo como un puñetero perro. 

Finalmente terminé cediendo, pero sólo porque su coche me pareció una pasada: Un Range Rover Sport de un deslumbrante color verde oscuro con los cristales entintados de negro. Un todoterreno que valía muchísimo dinero y que, además, el interior era tan fantástico como lo había supuesto.

Por descontado, yo no era un experto en automóviles, pero desde luego que sabía que este coche no era para nada algo que pudiera permitirse una persona como yo. El asiento del conductor tenía una inclinación que le hacía ver un poco más alto para mejorar la conducción, dos pretensores para cada pasajero dotándolo de una protección asegurada, faros LED, un EBA (asistente de frenado de emergencia), arquitectura de aluminio, un sistema ATPC (adaptación a cualquier terreno), una cortinilla de control gestual, unos asientos súper cómodos de piel beige, y un montón de tecnología que se escapaba de mis conocimientos.

─Pensé que los lobos llevabais coches más austeros y toscos ─confesé, poniéndome un cinturón de seguridad. Bajé la ventanilla y me encendí un cigarro para que el humo no estuviera por demasiado tiempo en interior.

─Hay muchas cosas que la gente da por hecho de nosotros ─respondió Jade con una sonrisa burlona, quien se puso el doble cinturón y me hizo un gesto con la mano para que le diera una calada. Una vez la dio, lanzó el humo por su ventanilla y prosiguió─: Los humanos son muy fantasiosos, y dicen tonterías de todas las clases; desde que violamos mujeres para crear camadas, que raptamos esposas y rompemos matrimonios, que somos unos cerdos que no sabemos ducharnos... Pero hay algo de lo que no se equivocan.

─¿Qué sois unos putos perros que gruñís todo el rato? ─me burlé y él puso los ojos en blanco─. ¿Qué? Tú lo haces constantemente, por todo.

─Somos atractivos, fuertes, peligrosos y muy, muy territoriales con lo que queremos ─lo dijo muy enseriado, sin ningún rastro de broma en su tono, lo que me hizo ponerme un poco tenso por un momento─. Y sobre los gruñidos... Tendrás que aprender por tu cuenta, porque no existe un manual que haya podido saber todo lo que queremos decir indirectamente: Tenemos una acústica de sonidos variada en base a la ontogenia.

─Espero que no sean muchos... ─murmuré.

─No, no son tantos ─hizo una breve pausa─. Sólo unos catorce, en la que entran también sonidos humanos

Genial, tendré que estudiar esos estúpidos papeles algún día, pensé con molestia.

Encendió el motor y con el GPS puso la ubicación exacta de mi casa, lo cual no me sorprendió teniendo en cuenta que él me había investigado antes. Estaba casi seguro que sería policía o un mafioso, eran las opciones que más giraban a mi alrededor como pájaros en el mar. Girando y girando alrededor de un faro.

Tras un buen rato conduciendo, y parar un momento en el semáforo en rojo, se me ocurrió preguntar por algo ahora ya que parecía receptivo para responder.

𝕷 y k a n [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora