A veces era necesario pasar por un camino como este para darse cuenta que las cosas no siempre serían blanco y negro, pero lo que ya sabía de antemano era que los lobos podían ser unos completos imbéciles si se lo proponían. Ya me lo demostraron una vez en el picnic, pero esta vez durante el trayecto lo volvieron a confirmar.
Tuve que soportar todo gran parte del camino escuchando la verborrea de Malik sobre que « Hubiera sido bueno que Jade viniera », « Hoy sabríamos lo divertido que era salir de fiesta con machos adultos y no con cachorros » y luego una serie de piques a Brent para provocar que refunfuñara con frases como « Cuida a Everett, Brent, o te lo robaré cuando no mires », « ¿Estás preparado para tomar la responsabilidad? Recuerda que yo soy Beta en mi grupo ».
Lo silencié al recordarle que por muy Beta que fuera, a día de hoy seguía estando soltero y sin ningún humano que revoloteara como una mosca a su alrededor. Cerró la boca, se rio entre dientes, y decidió no tirarme más de la lengua para evitar que el momento se encendiera en el mal sentido.
Malik sabe cómo seguirme el ritmo, aunque sea un poco imbécil.
Quitando estos momentos incómodos, en los que tanto él como yo nos molestábamos con comentarios mordaces y respuestas a veces tajante, lo cierto era que el paisaje a esta hora me resultó agradable y tranquilo: Varias agrupaciones de árboles que a veces dejaban campos de cultivo al descubierto, alejándose entre explanadas desniveladas y algunas que otras casas alejadas entre sí; el aire que se colaba entre las ventanillas era fresco, y el sol lo bastante cálido para que no me quemara el brazo; pájaros que se alejaban cuando el coche chirriaba al girar una curva, o graznaban de terror cuando se me ocurría lanzar un grito para después reírnos los tres por la ocurrencia; ausencia de coches por la hora que era; y por supuesto atravesar urbes no muy grandes donde algún día me gustaría vivir. Porque yo necesitaba el equilibrio de la naturaleza y la modernidad, no vivir en un campo con la probabilidad de vivir de un terreno que no iba a trabajar. Eso ya lo hacía Brent en su tiempo libre, por su fanatismo a las plantas.
Lasing era una ciudad ubicada en el condado de Inghan, aunque según Wikipedia habían zonas que eran intrusas en el condado de Eaton. La urbe en sí me pareció enorme, bastante poblada y con zonas que me resultaron tan agradables que el lugar le encantó hasta a Brent; aunque obviamente la razón principal se debía a la cantidad de restaurantes que nos íbamos cruzando, conforme íbamos por la carretera 96 en dirección sud. Una vez alcanzamos la zona del centro comercial, Malik, dio nuevas indicaciones a Brent para que saliera de la zona de Lasing hasta alcanzar la carretera de Keller y ubicar entre los tres un lugar llamado « Valhalla Park ». Dimos un par de vueltas como idiotas al no usar GPS, porque la memoria de Malik para orientarse a veces no parecía ser tan buena. Pero llegamos, encontrándonos con un espacio lo suficientemente grande como para que un buen puñado de lobos quisieran emborracharse y hacer el idiota.
En la parte del norte teníamos un extenso bosque de árboles con un follaje poco generoso, al este un enorme lago dividido en dos (el más pequeño estaba habilitado para bañarse, mientras que en el segundo habían señales de que no se metiera nadie dentro. Harían lo que quisieran, como siempre; eran lobos), al sur un puñado de casas que Malik dijo que pertenecían a una manada hermanada con la de Atlas (en las que constaba el dueño del local) y al oeste una zona industrial con algunas casas repartidas y tres tiendas (una juguetería, una farmacia y una tienda de neumáticos).
Aparcamos el coche de Brent en la zona más grande (norte, pegado al bosque) y, al bajar, miré a mi alrededor conforme me llegaban todos los olores de golpe. Desde luego que era una zona lobuna, sobre todo por la peste acumulada pese a ser una zona abierta. Malik fue el primero en salir corriendo a saludar a un grupo de licántropos que iban más o menos vestidos de la misma forma, casi parecía que se habían puesto de acuerdo para vestir de un modo tan extraño a su edad.
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𝕷 y k a n [También en Inkitt]
مستذئب[Libro 0.5] [Independiente] Everett Oak, un escéptico empedernido, considera la existencia de los hombres lobo como un mito absurdo, algo en lo que solo creen los más chiflados. Ni siquiera la asignatura universitaria dedicada al tema logra convence...