𝕷 ｙ ｋ ａ ｎ [También en Inkitt]

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥: ¡𝚃𝚎 𝚘𝚍𝚒𝚘, 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚒𝚝𝚘 𝙹𝚊𝚍𝚎!

【Ｔｒｅｓ　ａñｏｓ　ｄｅｓｐｕéｓ】

【𝙼𝚊𝚌𝚔𝚎𝚗𝚣𝚒𝚎 - 𝙲𝚘𝚕𝚞𝚖𝚋𝚒𝚊 𝙱𝚛𝚒𝚝á𝚗𝚒𝚌𝚊 - 𝙲𝚊𝚗𝚊𝚍á】

La vida cambia, del mismo modo que lo harían las estaciones. Nosotros también lo hicimos.

Me gustaría decir que en estos tres años me lo he pasado de puta madre: Que he follado mucho, que me he reído hasta sufrir espasmos, me he puesto hasta el culo de alcohol en cada fiesta, que he hecho el vago todo lo que me ha dado la gana y que he viajado tanto que en mi pasaporte no cabe nada más. Pero no todo es cierto, sinceramente.

Los lobos se malacostumbran muy rápido cuando tienen algo bueno durante mucho tiempo, y cuando cumplen los veinticinco el cambio no puede parecer —visualmente— muy notorio, pero si convives con uno te vas a dar cuenta. Brent lo hizo, y puedo jurar que es la cosa más feliz y boba del universo; pero también me mete en líos por sus celos, ya que si un lobo me abraza y no me pertenece tira a morder. Liam aprendió esa lección el año pasado.

También se vuelven buenos mentirosos. Lo corroboro, y seguramente yo ya lo habré demostrado en bastantes ocasiones. Tal ha sido la mentira en esta ocasión que, en estos momentos, tengo a Malik bañado en sudor bajo de mí y le tiemblan las manos porque me he desfogado con él. No quiero salir de la habitación. No quiero tener que salir y ver lo que está al otro lado de la puerta porque el maldito de Jade me ha vuelto a engañar. 

¡Te odio, maldito Jade! ¡Perro tramposo de mierda!

—Cachorrito... N-no puedes dejar a Brent con... Ah... mierda —jadeó al echarme a un lado y dejar que su cama se manchara de corrida. Tragó saliva con dificultad—. No puedes dejar a tu lobo con esa misión. Jade lo retrasó porque...

—Porque quería joderme, y no como lo hace siempre —interrumpí, poniéndome la ropa interior junto al pantalón lanudo. Caminé hasta la mesita de noche, donde descansaba el paquete de tabaco y saqué dos cigarro. Uno de ellos lo encendí en mi boca con el zippo de Malik—. ¿Acaso tú lo hiciste a los veinticinco?

Le pongo el cigarro entre los labios y se lo prendo, adjuntando una caricia en la barba de leñador que le hace ronronear. Su estómago musculado se contrae entre espasmos, pero puedo saber que su felicidad es recíproca. Con Malik el sexo es divertido, mas no lo hacemos muy de seguido ya que Brent es muy activo y Jade me exige mucho cuando vuelve de sus putos trabajos.

Sí, es un puto adicto al trabajo, aunque ahora no me putea tanto con sus ausencias.

—Sí, yo también lo hice —confirmó, dando una profunda calada que le supo a gloria tras exhalar la voluta de humo con olor a menta—. Todos los lobos lo hacen, aunque Jade fue una excepción por las circunstancias. Y a ti te lo retrasó porque Brent y tú os lleváis pocos años de diferencia y tanto Atlas como Dalton lo vieron bien. El Consejo lo aprobó sólo porque trabajas bien.

Chisto la lengua, disconforme, y lanzo el humo contra la ventana mientras la tormenta de nieve sigue azotando en el exterior. Realmente estos putos lobos no dejarán de joderme, aun siendo yo uno —en parte— y perteneciendo a una manada; pero es lo correcto. Aunque me joda. Ya fue Atlas muy específico con sus razones de por qué tenía que hacerlo, y Brent sólo consiguió ablandarme de esa manera tan dulce que únicamente él sabe. Fui demasiado débil, pero es lo que pasa cuando tienes un lobo favorito: Te vuelves un poco idiota, y sólo quieres verle contento aunque te comportes como un auténtico gilipollas como lo hizo Dalton.

Aun así sólo me limito a gruñir mientras fumo, vislumbrando la sonrisa burlona del pelirrojo al mismo tiempo que Brent me grita desde el salón por ayuda. Una que voy a retrasar por ser un maldito bobo mentiroso y por hacerme una trampa junto a Jade. Es por ello que me limito a fumar sentado en la cama, mirando por la ventana mientras acaricio el pelo pegajoso de Malik de la barriga, dejándolo medio imbécil porque adora que lo acaricien después de follar.