【Brent】
Malik me dijo que tenía que darle tiempo a Everett para que sus heridas se sanaran, aquellas en las que yo no sería capaz de hallar con los ojos pero las notaría cuando el momento llegara.
Y no tardé en saberlo.
Cuando volvimos de la guarida del Beta pelirrojo, me empezó a doler el pecho al sentir que Everett se quedó de pie en la puerta. Me dio pena y me puso triste. Sus ojos se entrecerraron para llorar con los dientes apretados, y sólo lo hacía porque tenía un poco de confianza conmigo. Incluso Rowen me dijo que « Cuando un humano llora en silencio, es porque le duele demasiado. Es tu obligación ser el macho que lo protege. Da igual que no quiera, da igual si te golpea o te gruñe; el lobo eres tú no él. Mantente firme, Brent ».
Observé como su cuerpo, con movimientos lentos y alicaído, iba subiendo los escalones dejando gotitas en la madera mientras comenzaba a gruñir. Estaba muy dolido, y sabía que mi presencia le haría bien aunque se forzara a quedarse solo. No podía abandonarlo en esta batalla, cuando Malik le dijo que él también pertenecía a la manada. De todos modos, los lobos no abandonaban a los que más lo necesitaban.
En el momento que llego arriba mi mirada siguió el sonido del estruendo, se había caído de rodillas y mi primer impulso fue saltar los escalones en varios tramos hasta llegar a él. Lo agarré de los hombros para levantarlo sin problemas y él me respondió con un gruñido de enfado, mas no conmigo sino consigo mismo. Everett siempre quería demostrarle a todo el mundo que era fuerte, valiente y orgulloso, pero yo ya sabía de antemano que tenía también un lado suave que sólo lo reservaba para sus lobos; y ahora sólo a mí, porque Jade se marchó.
—No soy un puto inválido, puedo moverme yo solo, Brent —gruñó nuevamente, pero cuando lo solté casi volvió a caerse—. Me cago en la puta...
—Everett, no te preocupes. —Intenté sonar amable, aunque más bien parecía condescendiente ya que estaba seguro que esto no iba a servir. Ahora mismo decirle eso era poco efectivo—. Vamos a la cama, descansarás lo que tengas que descansar, y mañana mantendremos la mente ocupada para que esto no pueda con nosotros.
Dijo algo más que no me molesté en escucharle, porque lo terminé llevando en brazos hasta el interior de la habitación, volviéndose a callar. Me esperaba incluso que me gritara que « no era una puta princesita », aunque lo que obtuve fue palabrotas masticadas y dejar que lo llevara hasta la cama.
No me molesté en desvestirlo, la situación ahora mismo era tan pesada que se me había quitado la empalmada mientras nos volvíamos a casa en coche. Sólo lo miré, viendo cómo se arrastraba por la cama hasta colocarse en el hueco donde siempre dormía Jade para ocultar su nariz en la almohada. Tras ello ahogó un gruñido, uno que yo reconocí como una mezcla de enfado y decepción. También gritó.
Salí de la habitación para dejarle con su dolor.
Everett ya llevaba un tiempo acostumbrándose a nuestro comportamiento, lo cual hacía la comunicación no-verbal mucho más fluida. Había memorizado diez tipos de mensajes entre gruñidos, aprendió a expresarse mediante gestos y miradas; y por supuesto se adaptaba bastante bien a la mayoría de los acercamientos con otros machos. Casi parecía un lobo en el cuerpo de un humano, uno que nunca fue educado con nuestras costumbres y guiado por nuestras normas sociales. Era un lienzo en blanco, una semillita que a duras penas había pasado la etapa de germinación y estaba transformándose; poco a poco; en una flor hermosa y venenosa al mismo tiempo.
Sabía cómo manejar este tipo de comportamientos: Con paciencia, cariño y buen humor, algo que ninguno de los machos consideraba efectivo. ¿Qué iban a saber ellos? Nunca tendrían la oportunidad de encontrar a alguien tan fascinante como Everett. El pelirrojo era salvaje, provocador, mentía bien y sobre todo era muy valiente. Era único y yo le adoraba, porque también estaba interesado en mí; aun cuando dijo que nunca me tocaría jamás.
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𝕷 y k a n [También en Inkitt]
Hombres Lobo[Libro 0.5] [Independiente] Everett Oak, un escéptico empedernido, considera la existencia de los hombres lobo como un mito absurdo, algo en lo que solo creen los más chiflados. Ni siquiera la asignatura universitaria dedicada al tema logra convence...