— Hmm, Jay debe de guardar la nata por aquí.— dijo Jungwon con voz bajita y tratando de no hacer ruido para que Jay no lo descubriera.
Era la una de la mañana y a Jungwon se le había antojado comer fresitas con nata, el problema es que Jay siempre escondía la nata y ahora el pequeño Yang no sabia donde estaba.
— ¿Porque Hyung siempre esconde la nata de mí?— Jungwon realmente no entendía porque Jay casi nunca le dejaba comer nata, ¡era deliciosa y a Jungwon le gustaba mucho!
Entre tanto buscar y buscar, Jungwon se rindió, no sabía dónde podría estar aquel alimento que podía acompañar a las fresas, así que decidió lavar tres de esas deliciosas frutas y volverse a la cama, con un pequeño puchero.
— ¿Wonnie? ¿Que haces despierto?— se escuchó en la puerta de la cocina la voz adormilada de Jay, quién se había despertado al no sentir el cuerpo de Jungwon a su lado.
— Me dio hambre y quería fresas.— contesto Jungwon sin mirar a Jay con sus labios aún abultados.
Entonces Jay sonrió y se acercó a Jungwon, abrazándolo por detrás mientras dejaba pequeños besitos en sus mejillas.
— ¿Solo fresas? Estoy seguro que todo esté desastre era porque estabas buscando la nata.— susurro Jay cerca de la oreja de Jungwon, provocando un pequeño escalofrío en el cuerpo del menor.
— P-pues si, ¿donde escondes la nata y porque nunca me dejas comerla? Sabes que me gusta.— pregunto Jungwon mientras se giraba para quedar cara a cara con su novio, quien junto sus narices en un besito esquimal.
— Wonnie, la última vez que traje nata te comiste la mitad del bote y luego te empezó a doler la barriga, no quiero que te vuelva a pasar lo mismo.— respondió Jay, acariciando la cintura de su novio.
— ¿Me dejas tan solo comer un poquito con estas tres fresitas? Porfis Hyung porfis.— pidió Jungwon mientras enrollaba sus brazos en los hombros de Jay, dejando al igual pequeños besitos en su barbilla.
— Está bien está bien, pero solo un poquito.— dijo Jay rendido, tratando de ocultar la pequeña sonrisa que amenazaba con salir de sus labios.
Soltó a Jungwon y se dirigió a un estante pequeño que casi nunca usaban y del cual Jungwon no sabía de su existencia, saco el pequeño bote de nata y volvió a acercarse a Jungwon para ponerle el acompañante por arriba de las fresas.
A Jungwon se le iluminaron los ojitos.
— ¡Gracias Hyung! Lo amo lo amo.— agradeció Jungwon, dejando un beso en los labios del mayor antes de comenzar a comer sus fresitas.
— De nada pequeño.— hablo Jay mientras acariciaba dulcemente el cabello de Jungwon, sonriendo cuando las mejillas de Jungwon comenzaron a abultarse.
Jungwon al ver que Jay no paraba de mirarle, pensó que tal vez su pareja también quería nata, así que con su dedito quito un poco de crema de las fresas y se lo extendió a Jay, quién lo miro confundido.
— ¿Quieres Hyung?— sonrió Jungwon.
Jay asintió, pero en lugar de comerse la nata del dedito de Jungwon, acercó su cara a los labios del menor y los beso dulcemente, retirando toda la crema que pudiera haber en ellos.
Las mejillas de Jungwon se tiñeron de un rojo bastante fuerte, provocando que las maripositas que sentía en su estómago revolotearan fuertemente por todo su organismo, y cuando sintió las manos de Jay en su cintura lo hicieron sentir, de alguna forma, cálido.